CÁNTICOS
DE SAN LUIS MARIA DE MONTFORT
PRESENTACIÓN
La
obra literaria más extensa de Luis María Grignion son
sus Cánticos: cerca de 25.000 versos en cuatro volúmenes
manuscritos que hoy se conservan en la casa general de la Compañía
de María, en Roma. Tres de ellos son copias y uno original.
La utilización de cánticos para animar las celebraciones
litúrgicas y apoyar los objetivos de la predicación
misionera era una práctica corriente en tiempos de Montfort.
Como predicador, él era ante todo evangelizador. Se servía
de sus propios cánticos para mover los corazones de los pecadores,
anunciarles el reino de Dios y grabar en la memoria de los pobres
y sencillos las verdades fundamentales de la fe y de la moral cristiana.
Igual los componía para comunicar su experiencia de Dios y
de la vida espiritual. A la vez expresaba en rimas sencillas, construidas
sobre melodías populares y aún profanas de la época,
la alegría profunda de su consagración cristiana. Creaba
en los fieles un ambiente de celebración religiosa y de compromiso
práctico que hacía vibrar el corazón de sus oyentes,
se grababa en la memoria y resonaba luego de generación en
generación, haciendo eco al dinamismo misionero del Buen Padre
de Montfort.
Con la creatividad de su sensibilidad artística y la sencillez
de los medios pobres comunicaba la fuerza transformadora de la sabiduría
de Dios. Sus cánticos eran recursos didácticos para
llevar el mensaje evangélico y crear ambiente propicio al trabajo
catequético y al cuidado pastoral de los hombres y mujeres,
adolescentes y mayores, a quienes instruía y guiaba en el segui-miento
de Jesucristo. El estilo de sus cánticos era directo y claro.
Quería que la sencillez facilitara la comprensión del
mensaje cristiano y su memorización.
El P. Fradet, misionero monfortiano de Francia, gran estudioso de
los Cánticos, dice que Montfort aprovechaba que los fieles
sabían de memoria melodías de cantos populares y "sobre
tales aires, conocidos y repetidos en la iglesia y a lo largo de los
caminos o en las casas, el misionero prolongará sus sermones,
reeditará sus directivas. Con ellos martillará, por
así decirlo, en el espíritu de sus contemporáneos,
las más elevadas expresiones del dogma y las más severas
lecciones de la ascesis cristiana".
El obispo de Luzón decía, en carta del 28 de diciembre
de 1928 al P. Fradet, que el Padre de Montfort "sólo habla
y escribe para hacerse entender, jamás para hacerse admirar.
Cuando es necesario tampoco retrocede ante la palabra popular; pero
bajo la corteza de las expresiones más populares siempre circula
la doctrina bella y segura del teólogo. Es para grabar en la
memoria del pueblo cristiano las lecciones divinas que el ingenioso
predicador encierra su enseñanza en vivas y cadenciosas estrofas
que los fieles cantarán a plena voz y con todo el corazón".
Su objetivo es convertir, fortalecer, enseñar, llevar al seguimiento
de Jesucristo, Sabiduría eterna y encarnada todas las almas
rescatadas por la sangre divina. En el estilo de la época,
sirviéndose de expresiones populares, hace cantar la fe sobre
aires que el pueblo conoce, y la melodía graba la doctrina
en las inteligencias y los corazones. Dios y sus beneficios, Jesús-Sabiduría
divina, el Espíritu Santo, Padre de las Luces, la Eucaristía,
la Virgen María, la Cruz, las virtudes teologales y morales,
el cielo, el purgatorio, el infierno, el clamor de los pobres, el
respeto humano, los juegos de azar, la danza y el baile, la comedia
y los es-pectáculos, toda la vida y toda la doctrina pasan
por sus cánticos.
El misionero no busca la forma literaria sino la expresión
que toca y convierte. "Al componerlos consultaba más el
Espíritu de Dios que las reglas del arte. Así logró,
más que cualquier otro, difundir la devoción, la gracia,
la unción": Blain.
Llenos de consejos prácticos para la vida aterrizada de cada
día, igual que para las alturas de la vida mística,
los cánticos mon-fortianos presentan al lado de elevaciones
sublimes sobre la Sabiduría, la Santísima Virgen, la
Cruz..., descripciones muy con- cretas de la vida social, de los trajes,
de la moda misma. Con San Pablo, Montfort puede decir en verdad: "Nunca
dejé de anun-ciarles plenamente la voluntad de Dios":
Hch 20,27.
"Como poeta popular, Montfort es un genio. Sus escritos son en
verdad una expresión genial y completa de la vida cristiana,
una invitación elegante y apasionada a todos los cristianos,
desde el mayor pecador hasta el amante más ardiente de Dios,
a seguir con María los pasos de Jesús hasta las más
altas cimas de la vi- da unitiva": Fradet.
Ya desde el seminario de San Sulpicio, Luis María se preparó
al trabajo misionero que siempre soñó realizar en su
vida sacerdo-tal. Luego de su visita a Roma, al ser designado por
Clemente XI 'misionero apostólico', amplió el repertorio
de sus cánticos con que iluminaba y fortalecía la vida
cristiana de su Bretaña natal, comunicándole su experiencia
personal de Dios, el juicio pro-fético sobre el mundo y las
enseñanzas catequéticas de su predicación evangélica
y de su meditación cristiana.
A tres siglos de distancia, la lectura de los cánticos monfortianos
revela la seguridad doctrinal y teológica de su autor, su cla-ridad
en la exposición del plan salvífico de Dios y su conocimiento
acertado de la sociedad a la cual quería llevar el mensaje
del amor, la prudencia y la misericordia de Dios. Desde su propia
experiencia canta la vida de Jesús, de María y de los
santos, la co-municación íntima y cercana de la Santísima
Trinidad, y la misión de la Iglesia. También revela,
a veces con fina ironía, la men-talidad contraria y las tendencias
de la sociedad mundana que conoce e interpreta con mayor sensibilidad
y perspicacia de 10 que aparece en algunos de sus biógrafos
que demeritan su conocimiento del mundo.
En las Américas no se conocen las melodías populares
que utilizó Montfort para sus cánticos, y la traducción
de su poesía es menos armoniosa que la versión bien
realizada de su prosa; pero hemos querido incluir todos los Cánticos
de la edición típica francesa para intentar la máxima
aproximación al contenido, al espíritu y a la proyección
de la obra misionera de Luis María, en su tiempo y en la Iglesia
de hoy.
Ojalá surjan nuevos artistas e intérpretes de su dinamismo
apostólico, que, dando forma y música apropiadas a sus
Cánticos, hagan de ellos instrumentos de evangelización,
catequesis, contemplación, animación pastoral y compromiso
cristiano. Que el anuncio del reino de Dios llegue a nuevos pueblos
y nuevas generaciones por la fuerza y el entusiasmo misionero de Montfort.
¡Qué bien se oirían hoy por la radio y los medios
de comunicación, en encuentros literarios e intercambios de
experiencias huma-nas, sus mensajes de vida, de sabiduría,
de búsqueda y de inspiración cristiana! Serían
alternativas de creatividad y pistas de respuesta a las inquietudes
de los hombres y mujeres que buscan al Dios desconocido, y encontrándolo
10 anuncian al mundo con la convicción de San Pablo y el ardor
y la sencillez creativa de Montfort. Como se oye con agrado un poema
llanero, una trova popular, un pasaje folclórico o las melodías
de nuestra música autóctona que interpretan la vida,
las aspiraciones y los valores culturales de nuestros pueblos, los
Cánticos de Luis María Grignion de Montfort serán
siempre y en cualquier parte que se entonen, un eco del Misionero
Apostólico que en su vida y en sus obras habla con propiedad
y experiencia de Dios sólo.
P.
Aurelio Rozo, smm
ÍNDlCE
ANALÍTICO DE LOS 164 CÁNTICOS
INTRODUCCIÓN: CT 1; 2; 3.
l.
DIOS:
a) Un Padre que no falla: CT 28, 50, 51, 52, 53, 114, 117, 135,160.
b) Jesús: Sabiduría del Padre:
- Deseo y búsqueda de la Sabiduría: CT 78, 103, 124,
125, 126.
- La Sabiduría encarnada - Villancicos: CT 57, 58, 59, 60,
61, 62, 63, 64, 65, 66.
- La Sabiduría crucificada y la cruz: CT 19, 67, 68, 69, 70,
71, 72, 73, 102, 113, 123, 137, 164.
- La Sabiduría eucarística - deseos, Santísimo
Sacramento: : CT 112, 128, 129, 130, 131, 132, 133, 134, 136, 158.
- El Corazón de Jesús - amor que redime: CT 40, 41,
42, 43, 44, 47, 48.
c) Dios Espíritu Santo: CT 141.
ll. LA VIRGEN MARÍA: .
- A Jesús que vive en María: CT 87, 111.
- El devoto de María - el esclavo de Jesús en María:
CT 49, 74, 75, 76, 77, 80, 82, 86, 104, 145, 151, 155, 159.
- Oraciones marianas - el Avemaría: CT, 83, 84, 85, 88, 89,
90
III. A LOS ÁNGELES Y SANTOS:
CT 110,121,122,147.
IV. OTROS TEMAS DE EVANGELIZACIÓN Y CATEQUESIS:
- El misionero y la misión: CT 21, 22, 91, 105, 109, 115, 163.
- Conversiones: CT 79, 98, 139, 140, 142, 143.
- Situaciones de aflicción: CT 45,46,81, 100, 101, (ver 102).
- Las realidades escatológicas: CT 116, 118, 119, 120, 127,
152, 162.
- Vivir como verdadero cristiano - en cualquier estado de vida: CT
92, 93, 94, 95, 96, 97, 99, 146, 153, 154. .
- El servicio de los pobres -la pobreza: CT 18,20, 108, 149.
- Las virtudes cristianas: CT. 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14,
15, 16, 17, 23, 24, 25, 26, 27, 54, 55, 56, 138, 144, 148, 157, 161.
- El desprecio del mundo y sus redes: CT 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35,
36, 37, 38, 39, 106, 107, 150, 156.