Lunes, 2 de junio
«En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33)
Jesús ha tenido el coraje de meterse en situaciones complicadas. Ha sido su forma de vencer al mundo y sus miedos. Jesús sabe que los suyos van a pasar por las mismas dificultades, por eso les dice palabras de ánimo. Son palabras de un amigo en la prueba. Haz tuyas estas palabras: Nada te turbe, nada te espante. Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta.
Cuando los miedos llaman a mi puerta, Señor, y salgo contigo a abrir, no encuentro a nadie.
Martes, 3 de junio
“Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado” (Jn 17, 9-10).
Jesús está hablando con el Padre, en una apertura confiada. Ora por nosotros, que somos el regalo que el Padre le ha confiado y nos mete en su intimidad. Habla de su vuelta a los brazos del Padre, que es lo que más le agrada. En su empeño por levantar a todos los caídos para que descubrieran su dignidad de hijos, ha manifestado la gloria y el proyecto del Padre.
Jesús, todos estamos en tu corazón y en el corazón del Padre, somos un regalo que mutuamente os habéis hecho. Somos miembros de una misma familia. Que nuestro rostro y en nuestro obrar brille la gloria de Dios que nos habita.
Miércoles, 4 de junio
«Que sean uno, como nosotros» (Jn 17,11)
Jesús sigue pidiendo por los suyos. Pide el don de la unidad. El objetivo de esta petición es la unidad, fruto de la comunidad de Espíritu. La unión entre los suyos se realiza por la comunicación del Espíritu. El nos enseña el lenguaje del ‘nosotros’, del respeto y del cariño, de la profunda solidaridad entre todos los que formamos la iglesia.
Tu oración, Señor, renueva el amor en nosotros. Que tu Espíritu nos e lleve a escuchar juntos la Palabra, a comunicarnos la vida, a orar juntos, a evangelizar juntos, a vivir en iglesia los gozos y dolores de cada momento. |
Jueves, Jueves, 5 de junio
«Que todos sean uno… Los has amado como me has amado a mí» (Jn 17,21.23)
El distintivo de la comunidad cristiana es el amor. El Padre nos regala hermanos y hermanas para hacer el camino en compañía. Y Jesús nos invita a una mirada capaz de ver toda la realidad: las pequeñitas y grandes cosas habitadas por el misterio de la Trinidad. Y el Espíritu nos desafía a ver si somos capaces de ver en los hombres y mujeres que viven junto a nosotros el misterio de Dios que los habita.
¿Cómo es posible, mi Dios? ¡Me has amado como has amado a Jesús! ¡Amas a todos como me amas a mí! Cómo los amaré yo?
Viernes, 6 de junio
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero… Sígueme» (Jn 21,17.19)
Más honda que la negación de Pedro es ahora la confesión de su amor. Más fuerte que el mal es el bien. Más fuerte que la guerra es la paz. Jesús nos invita a caminar con él. El Espíritu es quien renueva en nosotros la espontaneidad de nuestra respuesta a seguir a Jesús. Incluso en los días de tormenta el Espíritu permanece con nosotros. Jesús es fiel. Su mirada y su palabra no se alejan de nuestra vista. Confía en nosotros. La presencia del Espíritu en nosotros nos despierta a una compasión y a una infinita bondad del corazón.
¡Qué gozo poder decirte cada día: Tú lo conoces todo, tú sabes que te quiero! Enséñame a esperar siempre la victoria de tu amor.
Sábado, 7 de junio
«Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho» (Jn 21,20)
¡Qué importancia tienen para toda la comunidad los que se han sentido amados por Jesús y han buscado frecuentemente su intimidad! Da apoyo y aliento a todos los que viven con el corazón encogido por el terrorismo. Busco cada día la intimidad contigo.
Mi corazón, Señor, es para ti. Gracias por las presencias alentadoras que encuentre entre la gente. |