Comentarios de Evangelio

1 de junio de 2025
Ascension del Señor - C
(Hch 7, 55-60 ♦ Sal96 ♦ Ap 22, 12-14.16-17.20 ♦ Jn 17, 20-26)

Comentarios de Evangelio
"Relais d'Évangile"

Antiguamente en la revista " Le Règne de Jésus par Marie "

Gracias a todos los cooperadores Montfortianos

Mayo (Ciclo C)

4 de Mayo - III Domingo de Pascua

11 de Mayo-IV Domingo de Pascua

18 de Mayo-V Domingo de Pascua

25 de Mayo - VI Domingo Pascua

Junio 2025 (Ciclo C)

1 de Junio - VII Domingo de Pascua

8 de Junio - Pentecostés

15 de Junio -Santisima Trinidad

22 de Junio - Santisimo Cuerpo y Sangre
de Cristo

29 de Junio - Santos Pedro y Pablo apostoles

- Oración (La misa de cada día: Josep Otón Catalá)

1 de junio

Señor Resucitado y Glorificado,
hoy hemos escuchado las últimas palabras
que dirigiste a tus discípulos:
nos confías la misión de ser tus testigos
en nuestra vida y actividades diarias,
llenos de tu Espíritu Santo que nos da fuerza.
Ayúdanos a ser fieles a cuanto nos has confiado.
Que superemos el miedo del compromiso
o la resistencia a entregamos totalmente
aunque, como tu,
encontremos sufrimiento o incomprensiones.
Vivimos esperando tu regreso

 

y pedimos que sea pronto.
Ayúdanos a vivir esta espera
de modo activo y responsable.
Jamás resignados ante el mal
que existe en el mundo o en nosotros,
sino sembradores del bien
y capaces de reconocer y aceptar
cuanto el Espíritu ha sembrado
en el corazón de las personas y pueblos.
Jamás queriendo huir del mundo,
si no amándolo como tú lo amas
y colaborando contigo en la construcción del Reino

Ciclo A

 .

E

S
Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón

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Lectura orante del Evangelio: Lucas 24,46-53  

Esta casa es un cielo, si le puede haber en la tierra, para quien se contenta sólo de contentar a Dios (Santa Teresa).

José Antonio Nieto (España)

‘Vosotros sois testigos de esto’.
Hoy celebramos el día de la Ascensión, un día muy gozoso. Jesús sube a los cielos y atrae hacia él nuestra mirada; sale de nuestro espacio terreno para entrar en la plenitud de la gloria de Dios; nosotros ascendemos también con él y buscamos los bienes de arriba, que son los del Evangelio, los de la paz para el mundo en guerra. Él bajó del cielo por su misericordia, nosotros subimos con él por la gracia. El Evangelio nos adentra en una contemplación silenciosa. En silencio dejamos que resuene la palabra de Jesús: ‘Vosotros sois testigos de esto’. Testigos de él: de sus palabras, de sus gestos, de su modo de orar, de su compasión y ternura hacia los que sufren. Llevamos su amor en el corazón, tenemos su nombre en los labios, nos juntamos con otros muchos para recordar su presencia. El Espíritu Santo nos ayuda a ser testigos de Jesús en un mundo empeñado en silenciarlo. Tomamos conciencia de su presencia en nuestro corazón. Nos dejamos guiar por sus inspiraciones, alegrar por su aliento, fortalecer por su empuje.
¡Espíritu Santo, ven!

‘Quedaos en la ciudad, hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto’.
El Espíritu es el gran regalo que nos da Jesús; lo esperamos. Oramos para que venga su fuerza y se consolide nuestra fe. Nos espera una gran misión en el mundo. El Espíritu prepara a la Iglesia para llevar el Evangelio a cada rincón de la tierra. Ven, Espíritu Santo. ¿Pero cómo vas a venir si ya estás? Sí, ya estás, pero somos nosotros los que necesitamos que vengas a nuestra vida, que nos inundes con tu gozo, que nos revistas de tu fuerza.
Ven, Espíritu Santo.  

Y los sacó hasta cerca de Betania, y levantando sus manos, los bendijo.
¡Betania! La casa de los amigos donde cada uno cuenta. El lugar de la escucha prolongada de la Palabra. El perfume de la vida sencilla, donde las cosas pequeñas, hechas con amor, adquieren valor.

Betania: encuentro de la comunidad con Jesús; tiempo para que el corazón descanse y se prepare para la misión de anunciar el Evangelio. En Betania Jesús levanta sus manos y nos bendice y nos convierte en lugar de bendición. Bendícenos, Jesús, con la brisa del Espíritu. Bendice a los hermanos y hermanas con lo que más necesite cada uno. Bendice a la humanidad.
Bendice la tierra como hogar de todos los pueblos. Bendícenos.  

Y mientras los bendecía, se separó de ellos y fue llevado hacia el cielo.
La oración es una experiencia de bendición. Jesús nunca nos deja solos. Sigue bendiciéndonos hasta el fin del mundo. Nos bendice en el Espíritu, el que nos ayuda a vivir con sencillez y verdad, con alegría y compasión, sin pretender ser grandes que humillan y fuertes que oprimen. Bendecidos gratuitamente, bendecimos gratuitamente. Nuestra tarea: mirar a la tierra y a las gentes bendiciendo, amando, trabajando, sonriendo, sin dar ninguna vida por perdida.
Jesús, bendícenos con la mirada benevolente del Padre como al inicio de la creación.

Ellos se volvieron a Jerusalén con gran alegría.
La alegría grande es la señal de Jesús en nuestras vidas. El cielo es de todos nosotros. Jesús es nuestro para siempre y sigue compartiendo sus dones con nosotros. El secreto y la fortaleza de la misión está en su presencia. Mientras él está en el cielo, sigue estando con nosotros y nosotros, mientras estamos aquí, podemos estar ya con él por el amor que nos tiene y le tenemos. La fiesta de la Ascensión alegra nuestro corazón. La vivimos con María. Aquí vino y se fue… Vino…
Nos dejó nuestra tarea y se fue. Nos dejó unas herramientas y se fue. ¡Se fue! (León Felipe).

¡FELIZ FIESTA DE LA ASCENSIÓN!
Un abrazo, mi oración y salud. Antón

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EVANGELIO DÍA A DÍA

Lunes, 2 de junio
«En el mundo tendréis luchas; pero tened valor: yo he vencido al mundo» (Jn 16,33)
Jesús ha tenido el coraje de meterse en situaciones complicadas. Ha sido su forma de vencer al mundo y sus miedos. Jesús sabe que los suyos van a pasar por las mismas dificultades, por eso les dice palabras de ánimo. Son palabras de un amigo en la prueba. Haz tuyas estas palabras: Nada te turbe, nada te espante. Quien a Dios tiene nada le falta. Solo Dios basta.
Cuando los miedos llaman a mi puerta, Señor, y salgo contigo a abrir, no encuentro a nadie.

Martes, 3 de junio
“Te ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por estos que tú me diste, porque son tuyos. Y todo lo mío es tuyo, y lo tuyo mío; y en ellos he sido glorificado” (Jn 17, 9-10).  
Jesús está hablando con el Padre, en una apertura confiada. Ora por nosotros, que somos el regalo que el Padre le ha confiado y nos mete en su intimidad. Habla de su vuelta a los brazos del Padre, que es lo que más le agrada. En su empeño por levantar a todos los caídos para que descubrieran su dignidad de hijos, ha manifestado la gloria y el proyecto del Padre.
Jesús, todos estamos en tu corazón y en el corazón del Padre, somos un regalo que mutuamente os habéis hecho. Somos miembros de una misma familia. Que nuestro rostro y en nuestro obrar brille la gloria de Dios que nos habita.  

Miércoles, 4 de junio
«Que sean uno, como nosotros» (Jn 17,11)
Jesús sigue pidiendo por los suyos. Pide el don de la unidad. El objetivo de esta petición es la unidad, fruto de la comunidad de Espíritu. La unión entre los suyos se realiza por la comunicación del Espíritu. El nos enseña el lenguaje del ‘nosotros’, del respeto y del cariño, de la profunda solidaridad entre todos los que formamos la iglesia.
Tu oración, Señor, renueva el amor en nosotros. Que tu Espíritu nos e lleve a escuchar juntos la Palabra, a comunicarnos la vida, a orar juntos, a evangelizar juntos, a vivir en iglesia los gozos y dolores de cada momento.

Jueves, Jueves, 5 de junio
«Que todos sean uno… Los has amado como me has amado a mí» (Jn 17,21.23)
El distintivo de la comunidad cristiana es el amor. El Padre nos regala hermanos y hermanas para hacer el camino en compañía. Y Jesús nos invita a una mirada capaz de ver toda la realidad: las pequeñitas y grandes cosas habitadas por el misterio de la Trinidad. Y el Espíritu nos desafía a ver si somos capaces de ver en los hombres y mujeres que viven junto a nosotros el misterio de Dios que los habita.
¿Cómo es posible, mi Dios? ¡Me has amado como has amado a Jesús! ¡Amas a todos como me amas a mí! Cómo los amaré yo?

Viernes, 6 de junio
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero… Sígueme» (Jn 21,17.19)
Más honda que la negación de Pedro es ahora la confesión de su amor. Más fuerte que el mal es el bien. Más fuerte que la guerra es la paz. Jesús nos invita a caminar con él. El Espíritu es quien renueva en nosotros la espontaneidad de nuestra respuesta a seguir a Jesús. Incluso en los días de tormenta el Espíritu permanece con nosotros. Jesús es fiel. Su mirada y su palabra no se alejan de nuestra vista. Confía en nosotros. La presencia del Espíritu en nosotros nos despierta a una compasión y a una infinita bondad del corazón.
¡Qué gozo poder decirte cada día: Tú lo conoces todo, tú sabes que te quiero! Enséñame a esperar siempre la victoria de tu amor.

Sábado, 7 de junio
«Pedro, volviéndose, vio que los seguía el discípulo a quien Jesús amaba, el mismo que en la cena se había apoyado en su pecho» (Jn 21,20)
¡Qué importancia tienen para toda la comunidad los que se han sentido amados por Jesús y han buscado frecuentemente su intimidad! Da apoyo y aliento a todos los que viven con el corazón encogido por el terrorismo. Busco cada día la intimidad contigo.
Mi corazón, Señor, es para ti. Gracias por las presencias alentadoras que encuentre entre la gente.