IVª ETAPA

CONOCIMIENTO DE MARIA

 

64. Objetivo: Durante este período hemos de dedicamos al conocimiento de aquella que Dios, en su infinita sabiduría, escogió como el medio por excelencia para enviamos al Salvador, es decir, a María. Ella que es carne de nuestra carne, fue escogida por Jesús en la cruz para una gran misión, ser la madre de los redimidos.

65. El Padre de Montfort nos invita a contemplar la conducta de Dios que ha dado un puesto importantísimo a María en su misterio de salvación y a imitar a las personas de la Sma. Trinidad. En efecto, Dios Padre entregó a su Unigénito al mundo solamente por medio de María... Dios Hijo se hizo hombre para nuestra salvación, pero en María y por María. Dios Espíritu Santo formó a Jesucristo en María pero después de pedir su consentimiento... (VD 16ss; SM 35). 65. Si en su Sabiduría, Dios no halló otro medio mejor para venir a nosotros que María, ella debe ser el camino más fácil, corto, perfecto y seguro para llegar a él y, por ende, para procurar la mayor gloria de Dios (VD 152; 222).

Es preciso orientarlo todo, en esta etapa, oraciones y actividades, al conocimiento de María. Pedir al Espíritu Santo nos revele el misterio de María. Por ello recomienda el P. de Montfort algunas oraciones especiales, tales como las letanías del Espíritu Santo, la Salve, Estrella del mar y el rezo del Rosario (VD 229). Estas oraciones están orientadas a obtener de Dios un conocimiento contemplativo de María y una gran docilidad a la acción del Espíritu Santo, único capaz de consagrarnos, transformarnos, hacer de nosotros una nueva creación.

A) "SE LLAMABA MARÍA" - MARÍA DE NAZARET

66. Nos hallamos ante la figura de una joven mujer sencilla, humilde. Su nombre es MARÍA. Ama de casa, está desposada con un hombre justo, trabajador de profesión. Ella es Madre de Jesús, el Mesías, no por querer humano sino por intervención divina. Jacob fue padre de José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado el Mesías... María, su madre, estaba prometida a José y, antes de vivir juntos, resultó que esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo (Mt 1,17.18.20).

El evangelista Mateo añade que esto sucedió para que se cumpliera lo que dijo el Señor por el profeta: Miren: la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios-con-nosotros (Is 7,14~ Mt 1,22~ Lc 1,27.30~ Hch 1,14).

Por su parte, Marcos presenta a Jesús como el carpintero, el hijo de Maria (Mc 6,3).

67. Su vida, al igual que la de cualquier mujer judía oriunda de un pueblo pobre e insignificante, como lo era Nazaret, fue una vida ordinaria, sencilla, concreta... Ella es una mujer del pueblo que vive los acontecimientos alegres o tristes que todo mundo vive. Como las demás, es una mujer que se desposa con un varón; una mujer que llega a ser madre, que visita a su pariente Isabel, que va en peregrinación a Jerusalén, que asiste a una boda, que aparece inserta en el clan familiar, con frecuencia, hostil a Jesús: sus parientes fueron a echarle mano, porque se decía que no estaba en sus cabales (Mc 3,21). Mujer-madre que tiene que vivir la muerte atroz de su propio Hijo... Mujer que hallamos en medio de la comunidad apostólica (Hch 1,14).

68. María es una mujer que sabe escuchar y poner en práctica. Así nos la presenta Jesús. Todavía estaba Jesús hablando a la gente, cuando su madre y sus hermanos se presentaron fuera, tratando de hablar con él. Uno se lo avisó: Oye, tu madre y tus hermanos están ahí fuera y quieren hablar contigo. Pero él contestó al que le avisaba: ¿ Quién es mi madre y quiénes son mis hermanos?.. Cualquiera que pone por obra la voluntad de mi Padre del cielo, ése es hermano mío y hermana y madre (Mt 12,46-50).

Sabe hacer reclamos y reproches maternales cuando juzga que es su deber: Hijo, ¿Por qué te has portado así con nosotros? ¡Mira con qué angustia te buscábamos tu padre y yo! (Lc 2,48).

Es una mujer que sabe reflexionar: María conservaba todo esto, meditándolo en su corazón (Lc 2,19). Una mujer que sabe hablar, tomar iniciativas, como sucedió en las bodas de Caná: No tienen vino... Hagan lo que él les mande (Jn 2,3.5).

69. Sensible al sufrimiento, María llora, pues la espada del dolor atraviesa, con frecuencia, su corazón de mujer, de madre, de esposa. A la vez que de las bendiciones de su hijo, participa también de su pasión y muerte redentoras: Mira, éste está puesto para que todos en Israel caigan o se levanten; será una bandera discutida, mientras que a ti una espada te traspasará el corazón (Lc 2,34s). Esa mujer sabe alegrarse con el auténtico gozo, el gozo que lleva a reconocer al Autor de todas las maravillas realizadas en el cielo y en la tierra. Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador... Porque el Poderoso ha hecho obras grandes por mí, él es Santo... (Lc 1,47)

Mira la Estrella, invoca a María:
" ¿Sabes, como María, escuchar y poner en práctica?
" Como María ¿sabes aceptar tu origen, tu condición, tu familia?

Súplica: ¡Oh María, enséñame a escuchar y poner en práctica la Palabra del Señor!

B) CONSAGRADA AL SERVICIO DE DIOS

70. Sí, María es una mujer sencilla y a la vez extraordinaria, dedicada totalmente a servir la obra de Dios y la salvación de sus hermanos. Por esta razón:
- el Señor le envía un mensajero para pedirle su colaboración y consentimiento;
- realiza, en ella y a través de ella, obras maravillosas y extraordinarias;
- el Espíritu desciende sobre ella y la fuerza del Altísimo la cubre con su sombra;
- ella concibe a Jesús, de manera virginal, por obra del Espíritu Santo;
- madre del Salvador (Jesús), el Consagrado, el Hijo del Altísimo;
- Dios la colma de bienes, es la llena de gracia;
- establece en ella una presencia especial: el Señor está contigo;
- está consagrada al servicio de Dios, es esclava del Señor (Lc 1,28.38.48).

71. Su misión materna respecto a los discípulos es misión salvífica (Jn 19,25-27).

En María y través de ella se puede constatar:
- la condición terrena de Jesús, el Hijo del hombre Jesús fue a Nazaret, donde se había criado (Mc 4,16);
- su condición humilde y sin privilegios de dónde saca ese saber...? ¿No es el hijo del carpintero? Si su madre es María... (Mt 13,55);
- la condición conflictiva a la que tiene quehacer frente: Los sumos sacerdotes y los letrados intentaban quitarlo de en medio y lo mismo los nobles del pueblo (Lc 19,47).

72. Por otra parte, se descubre, a través de Mana, el carácter extraordinario del Niño: Salvador, Hijo de Dios, Santo... ; su concepción virginal: por obra del Espíritu Santo; su designio de reafirmar la unidad familiar, toma carne en el seno de una familia.

María se halla asociada a la obra salvadora de Cristo en su calidad:
- de Madre-Virgen: Por obra del Espíritu Santo; no por impulso de la carne ni por deseo de varón, sino que nacen de Dios (Jn 1,13;
- de creyente: Bienaventurada tú que has creído;
- de orante: Proclama mi alma la grandeza del Señor.. (Lc 1,29- 55);
- de oferente: María y José llevaron a Jesús... para presentarlo al Señor (Lc 2,22).

Mira la Estrella, invoca a María:
" ¿Qué te dicen las actitudes de María?
" ¿Qué te pide ella, en lo concreto de tu vida?

Súplica: ¡Oh Virgen fiel, ponte como un sello sobre mi corazón!

C) BIENAVENTURADA TÚ QUE HAS CREÍDO

73. Gracias a la Palabra de Dios, podemos intuir la grandeza de María. Más que por su maternidad física, María es grande por haber sido la primera creyente. Primera porque a ella antes que a nadie fue revelado: el misterio de la encarnación. Primera porque nadie creyó con más profundidad en él que María. Ella tuvo que vivir la fe como un proceso, como un crecimiento, en medio de dificultades. Partiendo de la sorpresa, tuvo que pasar por la angustia, la incomprensión hasta llegar a la búsqueda serena depositando toda su confianza en Dios, su Salvador.

74. Sorpresa: Frente al saludo del ángel, María se sorprende y se pregunta qué saludo es aquél (Lc 1,29). Lo mismo le sucede al escuchar a Jesús en el templo en medio de los doctores. Y es que la sorpresa es el primer paso de la fe. Y María pasó de sorpresa en sorpresa a lado de Jesús. Él la escuchaba y Ella lo escuchaba. Él aprendía de Ella y Ella lo aprendía todo de Él. y así crecía su fe. ¡Bienaventurada tú que te has dejado sorprender por las maravillas de Dios!

75. La angustia constituye un segundo paso en el proceso de la fe. Y María vivió con gran intensidad esa angustia. La vivió en el momento de la anunciación, en Belén, ante los pastores y los magos, ante la persecución de Herodes, en la huida a Egipto, en la pérdida del Niño en el templo, en la pasión y muerte de su Hijo. Angustia, oscuridad, inseguridad, dolor... Mira con qué angustia te buscábamos tu padre y yo ¡Bienaventurada tú que has vivido la angustia, la oscuridad que conduce a la luz!

76. Un tercer paso en el caminar de la fe está constituido por la incomprensión. Igual que los apóstoles, igual que nosotros, María, muchas veces no comprendía lo que el Señor quería decir. Es un consuelo para nosotros saber que también María en su caminar de fe tropezaba con grandes dificultades y pruebas.. ¡Bienaventurada tú que supiste vivir la noche de la fe! Y en esa noche de la fe, María se daba a la búsqueda serena, apacible, confiada del querer de Dios. ¡Hágase en mí según tu palabra! La fe es búsqueda, es confianza, es espera, es disponibilidad, es apertura a Dios, en medio de las circunstancias cambiantes de la vida... ¡Bienaventurada tú que has creído!

Mira la Estrella, invoca a María:
" ¿Cuáles son las características de la fe de María?
" ¿Qué te sugieren en el proceso de tu fe?

Plegaria: ¡Hágase en mí según tu palabra!

D) MARÍA, MUJER ORANTE

77. Como todo buen israelita, María debió tomar parte y vivir el culto, la liturgia deja sinagoga; celebrar las fiestas anuales, compartir las oraciones colectivas; ir en peregrinación a Jerusalén... Pero también, como persona individual, María debió consagrar tiempo a orar en el templo, en la casa, en las diversas circunstancias de su vida y de su trabajo.

El Evangelio nos revela que su oración se hizo disponibilidad y docilidad al Espíritu:
- por una gran disponibilidad a la voluntad de Dios: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra;
- lo mismo que por una perfecta docilidad al Espíritu de Dios:
El Espíritu Santo descenderá sobre ti.

78. Disponibilidad y docilidad hicieron de María, a través de la encarnación:
- colaboradora de la acción salvadora de Dios;
- la colocaron en una relación especial de humildad y confianza con la Trinidad;
- ella habla con Dios su Padre con la ternura de hija predilecta.
- trata a Jesús, su hijo y salvador, como: Madre, como redimida. En presencia del Espíritu Santo se siente morada suya, templo de la Trinidad.

79. Su oración, como la de los pobres de Yahvé, se hace un continuo caminar en la fe. Se expresa como alabanza, acción de gracias, gozo, reconocimiento de la fidelidad y de la misericordia de Dios; de sus proezas hechas en favor de los padres, de los humildes... (Lc 1,47ss).

Mira la Estrella, invoca a María:
" ¿ Qué puesto ocupa la Santísima Trinidad en tu oración?
" ¿Influye en tu vida de oración el ejemplo de María, mujer orante?

Súplica: ¡Oh María; enséñame a orar, a decir Amén!

E) MARÍA, OFERENTE

80. Por el hecho de participar en la misión de su Hijo, María se asocia a la ofrenda y sacrificio de Jesús. En la presentación en el templo la hallamos como oferente.. Al Señor ofrece su Hijo, el Consagrado el Santo. Su purificación constituye una ofrenda de sí misma, unida a la ofrenda del Niño. Cuando llegó el tiempo de que se purificaran, conforme a la ley de Moisés, llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor... y para entregar la oblación (Lc 2,22-24). Esta presentación es el anticipo del ofrecimiento de Cristo en el Calvario y en la Eucaristía, y del ofrecimiento de María, en unión con él.

En silencio y soledad, permaneció María, durante toda su vida y la vida de Jesús, en actitud de ofrecimiento y de oblación. Ella vivió intensamente los desprecios y amenazas, los insultos y los golpes, el abandono, las traiciones y persecuciones... recogidos por Jesús y consumados en su pasión y muerte, en el Calvario.

81. La ofrenda de María alcanzó su culmen al asociarse al abandono total de su Hijo en manos del eterno Padre: Jesús gritó con fuerte voz: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu (Lc 23,46). Muy acertadamente la liturgia, en la celebración eucarística, no deja de hacer memoria de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios.

Mira la Estrella, invoca a María:
" ¿Vives tu vida, a imitación de María, como una ofrenda permanente? (Ver Rm 12, 1-2)
" ¿Qué te pide Dios en tu vida comunitaria?

Súplica: Soy todo tuyo, ¡oh María!, y todo cuanto tengo es tuyo.