Comme
il fallait s'attendre d'un missionnaire, le Secret admirable du Saint
Rosaire est orienté vers l'apostolat pratique. C'est pour cela
que l'auteur avait ajouté deux Méthodes saintes pour
réciter le saint Rosaire
que nous publions ici, sous
les nos 1-6.
On trouvera ensuite une troisième méthode, destinée
aux Filles de la Sagesse, qui semble unir les procédés
des deux premières méthodes. En l'absence du manuscrit,
le texte (nos 7-15) est présenté tel qu'il se trouve
dans Les Instructions Spirituelles adressées aux Filles de
la Sagesse, avec les Prières et les Exercices de Piété
à leur usage (édit. 1761, chap. IV, p. 31-41).
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Dans la troisième partie du Livre des Sermons Montfort a encore
inséré deux autres méthodes pour réciter
le Rosaire : on les retrouve ici sous les nos 16-47.
Montfort, pour qui le cantique était un des moyens par excellence
pour inculquer au peuple les vérités de la foi, mit
aussi la méthode du Rosaire su vers (cf. C 90). Dans l'édition
des Cantiques par Fradet on trouve également (au S 31) une
véritable Explication du Rosaire en cantique.
Après les Méthodes pour réciter le Rosaire, on
a cru bon d'ajouter quelques textes, que Montfort avait pris chez
d'autres auteurs et transcrits à la fin du manuscrit du Rosaire
(cf. nos 48-56).
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La
Carta Apostólica "Rosarium Virginis Mariae" se presenta
como una "Coronilla Mariana" de la Carta Apostólica
precedente, Novo Millennio ineunte (nº 3) con la misma orientación
Cristocéntrica, la misma insistencia sobre la santidad a la que
estamos todos llamados, y la misma referencia a la teología
vivida de los santos (NMI, nº 27). En efecto se trata de
una «verdadera pedagogía de la santidad» que el Papa
ofrece a todo el pueblo de Dios, mediante la enseñanza de esta
última Carta y la propuesta de un Año del Rosario, según
una fórmula espiritual muy precisa: «Contemplar con María
el rostro de Cristo». (RVM, n° 3). Bajo esta luz, san Luis
María Grigníon de Montfort (1673-1716) tiene un lugar
importante. Él es mencionado por primera vez en el párrafo
n° 8 como testimonio privilegiado en el número privilegiado
de santos que han encontrado en el rosario, una auténtica vida
de santificación y es el Autor de una obra preciosa sobre el
Rosario para convertirse y salvarse. Miembro de la Tercera Orden Dominicana
y gran Apóstol del Rosario, Luis María había hecho
del crucifijo y del rosario los principales símbolos de su intensa
labor misionera al servicio de los pobres.
1) «Totus tuus»:
la importancia del «Tratado»
de Montfort en el Magisterio de Juan Pablo II.
San Luis Mª es citado una 2ª vez en el n° 15 de la Carta
Apostólica en una cita importante de su obra maestra "Le
traité de la vraie devotion à Marie". Antes de examinar
este extracto en el doble contexto de la Carta Apostólica y del
Tratado, es necesario recordar la profunda y esencial influencia de
esta obra en la vida espiritual y el Magisterio de Juan Pablo II. En
el mismo párrafo el Papa recuerda que su divisa episcopal "Totus
Tuus" está inspirado en la doctrina de San Luis Mª
Grignion de Montfort. En efecto en el Tratado estas dos palabras son
un cierto resumen de la doctrina del santo, significando el pertenecer
totalmente a Jesús por mediación de María. "Yo
soy todo tuyo y todo lo que es mío Te pertenece, mi Jesús
muy amable, por la intercesión de María tan Santa Madre
(Vraie dévotion n° 233). Es una doctrina esencialmente cristocéntrica
y es precisamente este aspecto que, desde el principio, había
chocado e iluminado tanto al joven Karol Wojtyla, según su propio
testimonio: "Hubo un momento en el que volví a poner en
cuestión en cierta manera mi culto por María estimando
que este, tomando un lugar demasiado importante, acababa por comprometer
el culto debido a Cristo. Es entonces que vino en mi ayuda el libro
de San Luis María Grignion de Montfort. Encontraba en ella respuesta
a mis perplejidades. Sí, María nos acerca a Cristo. Ella
nos conduce a El, a condición que vivamos su misterio en Cristo.
El autor es un gran teólogo. Su pensamiento mariológico
está enraizado en el misterio trinitario y en la verdad de la
encarnación del Verbo de Dios" (Don et Mistére pág.
38).
En la misma perspectiva, Juan Pablo II escribía: "Gracias
a San Luis Mª Grignion de Montfort he comprendido que la verdadera
devoción a la Madre de Dios es verdaderamente cristocéntrica,
está profundamente enraizada en el misterio trinitario de Dios
y en los misterios de la Encarnación y de la Redención
(Entrez dans lespérance, p. 231). Así aun en su
peregrinación a la tumba del Santo en Saint Laurent-Sur- Sevre,
el Papa podía afirmar: "Yo debo mucho a este Santo y a su
tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen"
(homilía del 19 de septiembre de 1996; cf. ORLF n° 39 del
26 de septiembre 1996) Encontramos la misma inspiración monfortiana
en las "Armas Pontificales que representan simbólicamente
a Jesús, Redentor del hombre y a su lado a María, su madre,
en referencia al evangelio de San Juan (Jn. 19, 25-27). Es el mismo
Jesús que ha dado a María, a su discípulo, a su
Iglesia, a toda la humanidad. Así la Madre del Redentor se convierte
en la Madre del hombre redimido, "Madre de Dios y de los hombres",
según las palabras del Concilio (Lumen Gentium n° 24 y 69),
Nueva Eva "Madre de los vivos" (LG. N° 56 Y 63). Es el
mismo Jesús que ha abierto a todos la indecible comunión
que existe entre María y Él. El discípulo que "acogió
en su casa a María" (CF Jn 19- 27), comparte realmente su
comunión con Jesús comunión en el Espíritu
Santo, en la fe y en el amor. Tal es el sentido de la verdadera devoción,
es decir, de una devoción mariana, anima da en la relación
indisoluble que une a Cristo a su Santa Madre (RVM n° 24).Este componente
mariológico y montfortiano, expresado con la divisa y las armas
pontíficales de Juan Pablo 11, han iluminado su pontificado desde
el principio, en plena armonía con la enseñanza del Concilio.
Bajo esta iluminación la carta Apostólica demuestra "la
profundidad teológica" del Rosario (RVM n° 39), citando
y explicando las palabras pronunciadas por el mismo Papa después
de su Elección: "Se puede decir que el Rosario es en cierta
manera una oración-comentario del último capítulo
de la Constitución Lumen Gentium del concilio Vaticano 11, capítulo
que trata de la admirable presencia de la Madre de Dios en el misterio
de Cristo y de la Iglesia. En efecto, en el transfondo de las Avemarías
desfilan los principales episodios de la vida de Jesucristo. Podríamos
decir que, reunidos los misterios gozosos, dolorosos y gloriosos, nos
ponen en comunión viva con Jesús a través del corazón
de María su Madre (Angelus del 29 de octubre 1978 citado en el
parrafo n° 2 de RVM cf. ORLF n° 44 del 31 de octubre de 1978).
Así en la oración del Rosario se verifica perfectamente
la dinámica expresada en la fórmula de Montfort: "a
Jesús por María".
De la misma manera el Papa interpreta la re- petición que caracteriza
el Rosario a la luz de la "triple repetición" del Acto
de Amor de Pedro a Jesús (CF Jn. 21 15-17) «Una cosa es
clara si la repetición del Ave María se dirige directamente
a María, en definitiva, con ella y por ella es a Jesús
a quien se dirige el Acto de Amor» (RVM n° 26). En efecto,
como también dice Montfort, es precisamente «el Amor de
Jesús que buscamos por mediación de María»
(VD n° 67) Este es el objetivo de la verdadera devoción a
María: «Encontrar a Jesús en su perfección,
amarle con ternura y servirle con fidelidad» (VD n° 62) |
2) «Conformarse a Cristo con Maña»:
La doctrina Monfortiana a la luz del Concilio como "verdadera
pedagogía de la santidad"
Desde el punto de vista teológico el párrafo n° 15
de la Carta pontificia, titulada "Conformarse a Cristo con María"
es de la mayor importancia. Es particularmente aquí que el Santo
Padre muestra la armonía profunda que existe entre la enseñanza
del Concilio y la doctrina monfortiana en lo que concierne a la función
maternal de María en la economía de la salvación.
Esta función relaciona o ensambla enteramente a Cristo y al Espíritu
Santo y también a la Iglesia que el Espíritu Santo no
cesa de dar forma. Como cuerpo místico de Cristo. La principal
orientación se encuentra en la "santidad" como plena
conformación a Cristo: «La espiritualidad cristiana tiene
como característica fundamental, el compromiso del discípulo
a "conformarse" siempre más y más a su Maestro
(cf. RM 8,29; Ph 3, 10.21). Por la efusión del Espíritu
recibido en el bautismo, el creyente está injertado como un sarmiento
a la viña que es Cristo (cf. Jn. 15, 5) Y pasa a ser miembro
de su Cuerpo místico (cf. 12,12 Rom 12-5) Pero a esta unidad
inicial debe seguir un proceso de identificación creciente hacia
El» (RVM, n° 15) Uno encuentra exactamente la pedagogía
de la santidad tal como la define Montfort fundada en el Bautismo según
las palabras del Papa en la "Redemptoris Mater": «Proponía
a los cristianos la consagración a Cristo por las manos de María
como medio eficaz de vivir fielmente las promesas del bautismo»
(RM n° 48)
En tanto que «oración-comentario del último capitulo
de la Constitución "Lumen Gentium" (RVM n° 2) el
Rosario expresa muy bien el papel Maternal de María en el misterio
de Cristo y de la Iglesia para la formación y educación
de los Santos. » gracias a este proceso de configuración
a Cristo por el Rosario, nos confiamos muy particularmente a la acción
maternal de la Santísima Virgen. Todo y formando parte de la
Iglesia como miembro que "tiene el lugar más elevado y al
mismo tiempo más cercano a nosotros (LG n° 53), Ella que
es la Madre de Cristo es al mismo tiempo la "Madre de la Iglesia"
y como tal "engendra" únicamente hijos para el Cuerpo
Místico de su Hijo Ella lo hace por su intercesión implorando
por ellos, la efusión inagotable del Espíritu. Ella es
el icono perfecto de la Maternidad de la Iglesia. Místicamente
el Rosario nos transporta junto a María a la casa de Nazaret
donde está ocupada a acompañar el nacimiento humano de
Cristo. Ella puede educarnos y modelarnos con la misma solicitud hasta
que el Cristo esté formado plenamente en nosotros (cf. Ga.4-19)
Esta acción de María totalmente enraizada en la de Cristo
y en una radical subordinación a la misma "no impide de
ninguna manera, la unión inmediata de los creyentes con Cristo,
al contrario, Ella la favorece (LG n° 60), tal es el luminoso principio
expresado por el Concilio Vaticano II del cual he hecho una fuerte experiencia
en mi vida" (RVM n° 15).
Estas palabras del Santo Padre expresan muy bien lo que está
en el corazón de la enseñanza del concilio y de la doctrina
monfortiana: la función maternal de María en la obra de
nuestra santificación entendida como "proceso de identificación
a Cristo". Y es precisamente aquí que el Papa echa mano
de la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort que explicaba
el papel de María para cada uno de nosotros en el proceso de
conformarse con Cristo así "toda nuestra perfección
consiste a ser conformes, unidos y consagrados a Jesucristo, la más
perfecta de todas las devociones es la que nos conforma, une y consagra
mas perfectamente a Jesucristo. Por lo tanto ya que María es
de todas las criaturas la mas conforme a Jesucristo resulta que la devoción
que consagra y conforma mas un alma a Nuestro Señor es la devoción
a la Santísima Virgen, su Santa Madre y que un alma cuanto más
sea consagrada a María, más lo será a Jesucristo
(RVM n° 15, citando el Tratado de la Verdadera Devoción n°
120).
El Santo Padre que conoce el "Tratado" de Montfort cita aquí
el texto esencial que abre la larga presentación de la "Perfecta
devoción" en la segunda parte de la obra (VD, nn 118-273).
Se trata de la verdadera devoción a María como vía
de santidad o "camino de perfección por excelencia".
Para fundar esta doctrina espiritual, el Santo había de antemano
contemplado en toda la economía de la salvación en Cristo,
en una perspectiva "trinitaria, cristocéntrica y eclesial
(VD nn. 1- 89). El Rosario es pues presentado como una de las principales
"prácticas" de esta perfecta devoción y acompañado
de la recomendación de rezarlo "Todos los días"
(VD n° 254). Pero sobre todo en esta síntesis del "Tratado",
el Rosario está insertado en un cuadro teológico más
amplio, en su relación con los sacramentos del Bautismo (VD nn.120-123)
y la Eucaristía (VD nn. 266-273), en referencia a la memoria
litúrgica del misterio de la Encarnación, el 25 de marzo,
fiesta de la Anunciación (VD nn 243-248). El Santo insiste siempre
en la obra del Espíritu Santo: Es El que en la imposición
de la maternidad virginal de María(cf. VD nn. 218-221), forma
los miembros del Cuerpo místico, haciéndolos cada vez
más semejantes al Jefe que es Cristo, pero también haciéndolos
igualmente semejantes a María como copias vivientes de María
con el fin de amar y de glorificar a Jesucristo (VD nO217). Toda esta
enseñanza sobre la "Perfecta devoción" está
orientada hacia "la práctica interior' que es la vida en
Cristo vivida con María y en María (VD nn. 257-265) compartiendo
su fe y su amor (VD nn. 214-215). Así mediante la oración
del Rosario, el Espíritu Santo ofrece a la Iglesia entrar en
la mi- rada de María hacia Jesús (RVM n. 10) en todos
sus misterios recogidos en el Evangelio para penetrar en la profundidad
de su Misterio (RVM n° 24).
Para concluir, se podría decir que el Papa a través de
su propia experiencia y su testimonio invita a toda la Iglesia a releer
el Tratado Montfort que es uno de los libros más importantes
para vivir en profundidad el Año del Rosario. Al igual que la
"Historia de un Alma" de Santa Teresa de Lisieux, se trata
de una de las obras más difundidas en toda la Iglesia. Presentando
la nueva publicación del Tratado, con ocasión del Jubileo
del Año 2000, el Cardenal Tettamanzi recordaba que "este
grande pequeño libro" ha sido traducido a más de
cuarenta lenguas, convirtiéndose en clásico de la literatura
espiritual. Hoy aún, su enseñanza espiritual se presenta
como un sabio viático para los cristianos del nuevo milenio"
(La Verdadera Devoción, ed. Montfortiana, p.5).
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