"Dadas las necesidades de la Iglesia, no puedo menos de pedir insistentemente a Dios, con gemidos, una pequeña y pobre compañía de buenos sacerdotes..." En
una carta de fines de 1700, escribe así el joven sacerdote Luis
María de Montfort a su director espiritual, manifestándole
su angustia y celo por las almas. Por eso ora largamente al Señor
y acude en peregrinación a los santuarios marianos. Te pido sacerdotes
libres con tu libertad.... hombres dedicados totalmente a tu servicio....
hombres según tu corazón.... hombres siempre disponibles
a tu voluntad... (SA 17). |
Dolorosamente a su muerte acaecida el 28 de abril de 1716, no había en torno a él sino un número contadísimo de personas: René Mulot y Adriano Vatel, que todavía no tenían el valor de acompañarlo totalmente en tan exigente aventura. Sólo más tarde, en 1718, los padres reemprenderán seriamente las misiones populares y en 1722 se establecieron en San Lorenzo del Sévre, cerca de la tumba del santo Fundador. Pero por largos años todavía no saldrán del territorio francés, siguiendo las vicisitudes muchas veces dolorosas de la nación. |
Una historia gloriosa |
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Aquel humilde grupo no dejó nunca de ser fermento de vida cristiana en el mundo y, cuando las persecuciones en Francia le obligaron a salir del Cenáculo, se lanzó a la conquista del mundo tras las huellas de los apóstoles: primero en Europa y luego en las Américas, Africa, Asia y Oceanía. |
El espíritu misionero de Montfort invadió entonces a sus discípulos que en corto tiempo se convierten en un batallón. El pequeño grupo de un centenar de misioneros a comienzos de 1900, se transforma en poco tiempo (1960 y los siguientes años) en un ejército de más de 1.000 misioneros, esparcidos por todo el mundo, que evangelizan como los apóstoles, prefiriendo los campos a las ciudades y los pobres a los ricos. |
Un futuro fascinante |
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Hoy, los misioneros monfortianos, tras haber superado la crisis de crecimiento, sienten más apremiante la llamada de la Iglesia que les ha confiado una misión entusiasmadora, un espacio de anuncio específico: Jesús sigue siendo el Hijo de Dios, la Sabiduría eterna del Padre, encarnada en el seno de la Virgen María, Jesús es el Salvador que a través de su cuerpo se ha expresado con gestos más concretos corrientes; con las palabras y las más sencillas ha manifestado la ternura dulzura de Dios. Por eso, los pobres, los pecadores lo seguían como a uno de estableciéndose la solidaridad y la solo entre hombre y hombre, sino también entre Dios y los hombres. |
Sostenidos por la palabra y el e Juan Pablo II, que presentó a Montfort como maestro y guía para los hombres de nuestros días (RM 48), los monfortíanos anuncian mensaje en 35 naciones, seguidos por una hilera siempre más numerosa de sacerdotes, laicos, hombres y mujeres seguros como por la Santísima Virgen IV. Jesucristo al mundo, también por medio de ella debe reinar en el mundo (VD l). |
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