Ecuador

¿TIUNFO O FRACASO? (EIV)

Paco, smm - Equipo Itinerante de la Visitación

La vida del cristiano no es siempre triunfo, sino tiene mucho de fracaso. La vida de Jesús es un ejemplo claro de esta realidad que sus seguidores aprendemos día tras día en nuestro caminar cotidiano.

Escribo estas líneas desde la selva amazónica donde, desde hace algunos años, me comprometí  con el equipo itinerante de la visitación (EIV) en la visita a las comunidades más lejanas y abandonadas. Hago estas reflexiones a partir de lo que vivo actualmente y que seguramente viven muchos otros misioneros, compañeros de camino, por esta aldea que es nuestro mundo.
Si al principio todo este caminar me pareció difícil, y lo fue, y lo sigue siendo, desde el comienzo me pareció tener un color muy alegre, como algo parecido a quien encontró una piedra preciosa. Mi rostro era radiante. Fui, vendí todo y la compré. Es casi como dice el Evangelio ¿no? Ciertamente el descubrir la piedra preciosa, me costó trabajo, esfuerzo, discernimiento, pero al fin el Señor me concedió lo que buscaba. Me sentí en la cima de un monte, donde podía decir de haber alcanzado el sueño de mi vida.
Creo que los comienzos de todas nuestras búsquedas son pequeños triunfos que el Señor nos permite alcanzar. La cosa más problemática es el después. Matemáticamente no siempre es así, pero en muchas de nuestras vidas así sucede. Después de haber encontrado el filón de oro que buscaba, o la piedra preciosa, gritas como Arquímedes “Eureka”. ¡Al fin lo encontré!!! Me pregunto si era lo que verdaderamente buscaba, o algo sólo mío, pues el Señor me pedía algo mas y muy diferente.
Lo que parecía un triunfo, visto desde ahora, era un pequeño fracaso en medio de tantas búsquedas. La cosa que aprendí y que la vida enseña es que hay que aceptar el triunfo y el fracaso juntos. No hay que dividirlos demasiado.
El triunfo comenzó con la aceptación de este proyecto itinerante. Siguió la estructuración de un proyecto escrito. Avanzó cuando unas misioneras laicas se decidieron a seguir este caminar itinerante. Y después de tres años el equipo itinerante sigue caminando con sus altos y bajos. El hecho positivo es que este sueño se fue trasmitiendo como una gota de aceite, siempre mas, y casi sin quererlo.

Ahora te preguntaras dónde está el fracaso. Es que los dos van juntos, sin darte cuenta. Prueba a pensar un poco en tu vida y te darás cuenta por ti mismo.
También viendo la vida de Jesús el triunfo y el fracaso van juntos. Nace en este mundo proclamado como el salvador, pero tiene que sufrir la pobreza, el abandono, el exilio. Se presenta al pueblo curando, sanando, predicando y los bien pensantes solo lo critican, no saben ver todo lo positivo que hace. Va a Jerusalén para hacer la  voluntad de Dios y la entrada es todo un triunfo, pero el fin un fracaso completo, tan evidente que no necesita palabras para explicarlo. Hasta los suyos, sus amigos, lo dejan y piensan que todo fue una ilusión, algo que paso y termino. Y vuelve el triunfo con la resurrección. Triunfo que para muchos todavía es un fracaso, no se puede explicar algo así. Es suficiente ver la predicación de Pablo, de los doce y seguimos nosotros en este hoy que nos toca vivir.

Como misioneros itinerantes hemos tenido nuestro triunfo, nuestra gloria al principio, hasta los obispos nos decían que todo estaba bien y que bien que algún loco se haya puesto en este camino. Ahora después de tres años de camino, la gloria comienza a desvanecerse. El fracaso se hace sentir. Mejor que se retiren a los desiertos, váyanse por otros lares, aquí no los necesitamos… peor cuando el fracaso es acompañado por un silencio que no te permite oír las criticas que recibes. Siento que estamos en este momento de silencio, de soledad, donde me cuestiono y pongo en cuestión lo que Dios me pidió por medio de otros. Son los momentos de la prueba. Aquí comprendo que el fracaso no es tirar la toalla, no es gritar al cielo, sino es ser despojado de todo y tirarte en los brazos de Dios, donde el triunfo y el fracaso son llenados por su inmenso amor.

Para un itinerante el fracaso es cuando ya no quieren un caminante sino una persona fija, encajada en un servicio estable, que no estorbe, que no disturbe y sobre todo que no cuestione. Cuando llego acá es donde más me despojo, pero es donde más aparece la originalidad de un carisma que Dios da a las comunidades. Un don que sirve para ser compartido, servido, mascado en el duro caminar de la vida. Y así debe ser y es.
Te comparto estos sentimientos, no solo para que sepas que no siempre el caminar es fácil, que no hay que ser demasiado negativos, sino ser conscientes que nuestras historias están escritas entre renglones no siempre derechos, muchas veces torcidos.

Sólo tengo la seguridad que alguien nos acompaña con su oración, con su cariño en superar estos sentimientos. Superar estos momentos donde me pregunto si no estaría mejor sentado y acomodado en una oficina, que comido por los moscos, los insectos de la selva, las incomodidades…

Como dice Jesús: “quien no carga mi cruz y me sigue, no es digno de mi”. O ¿será que en estos momentos aparecen mis debilidades? Saco fuerza de todo esto y te invito a seguir acompañándome en el caminar, con las tentaciones y miedos que el mundo nos presenta continuamente. Dios te bendiga.