Diáconos

Respuesta del Papa Francisco a los diáconos

25 mars, à Milan

Pregunta  2 - Roberto Crespi,  diácono permanente

Santidad, buenos días. Soy Roberto, diácono permanente. El diaconado entró en nuestro clero  en 1990 y hoy somos 143; no es una cifra grande, pero es significativa. Somos hombres   que viven plenamente  su vocación al matrimonio o al celibato, pero viven  también plenamente el mundo del trabajo y de la profesión  y aportamos así al clero  el mundo de la familia y del trabajo, llevamos la dimensión de la belleza y de la experiencia, pero también de la fatiga y alguna vez de las heridas. Le preguntamos entonces, como diáconos permanentes ¿Cuál es nuestra parte para que podamos ayudar a delinear ese rostro de la Iglesia que es humilde,que es desinteresada, que es bienaventurada, que sentimos que está en su corazón y de la que habla a menudo? Gracias por su atención y le aseguro nuestra oración junto con la de nuestras esposas y la de nuestras familias.

Papa Francisco:
Gracias. Vosotros, los diáconos, tenéis mucho que dar, mucho que dar. Pensemos en el valor de discernimiento. Dentro del presbiterio, podéis ser una voz autorizada para mostrar la tensión que existe entre el deber y el querer , las tensiones que se experimentan en la vida familiar –¡tenéis suegras, por poner un ejemplo!- así como las  bendiciones que se viven dentro de la vida familiar.
 Pero hay que tener cuidado para  no ver los diáconos como medio sacerdotes y medio laicos. Es un peligro. Al final no están ni aquí ni allí. No, no se debe hacer, es un peligro.  Verlos así hace daño y les hace daño. Esta manera de considerarlos debilita el poder del carisma propio del diaconado. Quiero insistir en esto: el carisma propio del diaconado. Y este carisma está en la vida de la Iglesia. Tampoco es buena la imagen del diácono como una especie de intermediario entre los fieles y los pastores. Ni a mitad de camino entre los curas y los laicos, ni a mitad de camino entre los  pastores y los fieles. Y hay dos tentaciones.  Hay el peligro del clericalismo: el diácono que es demasiado clerical. No, no, esto está mal. A veces veo que  alguno cuando ayuda  en la liturgia parece querer tomar el lugar del sacerdote. El clericalismo, cuidado con el clericalismo. Y la otra tentación, el funcionalismo: es una ayuda que tiene el sacerdote para esto o lo otro… es un chico para realizar algunas tareas y no para otras cosas ... No. Tenéis  un carisma claro en la Iglesia y tenéis que construirlo.
El diaconado es una vocación específica, es una vocación familiar que llama al servicio. Me gusta mucho cuando [en los Hechos de los Apóstoles]los  primeros cristianos helenistas van donde  los apóstoles para quejarse de que sus viudas y sus huérfanos no estaban bien  atendidos, e  hicieron aquella reunión, aquel "sínodo" entre los apóstoles y los discípulos, y se   "inventaron" los diáconos para servir. Y esto es muy interesante para nosotros como obispos, pues todos aquellos eran obispos,  aquellos que  "hicieron" a los diáconos. ¿Y qué nos dice?

 

Que  los diáconos sean servidores. Después  se dieron cuenta de que, en ese caso, era para  ayudar a las viudas y huérfanos;  pero servir. Y a nosotros, los obispos: la oración y el anuncio  de la Palabra; y esto nos demuestra cual es  el carisma más importante de un obispo: la oración. ¿Cuál es la tarea de un obispo, la primera tarea? La oración. La segunda tarea: anunciar la Palabra. Pero se puede ver claramente la diferencia. Y vosotros [diáconos]: el servicio. Esta palabra es la clave para la comprensión de vuestro  carisma. El servicio como uno de los dones característicos del pueblo de Dios El diácono es - por así decirlo - el custodio del servicio en la Iglesia. Cada palabra debe calibrarse muy bien. Vosotros sois los custodios del servicio en la Iglesia:  el servicio de la Palabra, el servicio del altar, el servicio a los pobres. Es vuestra misión, la misión del diácono y ​​su contribución consisten en esto: en recordarnos que la fe, en sus diversas expresiones – la liturgia  comunitaria,  la oración personal, las diferentes formas de  caridad - y en sus diversos estados de vida - laico, clerical, familiar - tienen una dimensión esencial de servicio. El servicio a Dios y a los hermanos. ¡Y cuánto camino  hay que recorrer en este sentido! ¡Sois los custodios del servicio en la Iglesia!
En ello radica el valor de los carismas en la Iglesia, que son un recuerdo y un don para ayudar a todo el pueblo de Dios a no perder la perspectiva ni las riquezas de la acción de  Dios. Vosotros no sois medio curas y medio  laicos - esto sería "funcionalizar" el diaconado -, sois  sacramento de servicio a Dios y a los hermanos. Y de esta palabra, “servicio”, se deriva todo el desarrollo de vuestro trabajo, de vuestra vocación, del vuestro ser en la Iglesia. Una vocación que al igual que todas las vocaciones no es solamente individual, sino que se vive en la familia y con la familia; dentro del Pueblo de Dios y con el pueblo de  Dios

Sintetizando:

 - No hay servicio del altar, no hay  liturgia que no se abra al servicio de los pobres, y no hay servicio a los pobres que no  conduzca a la liturgia.
 - No hay vocación eclesial que no sea familiar.
Esto nos ayuda a revalorizar  al diaconado como  vocación eclesial.

Por último, hoy parece que todo tenga que "servirnos", como el fin de todo fuera el individuo: la oración "me sirve”,  la comunidad "me sirve", la caridad " me sirve " .Es un dato de nuestra cultura.Vosotros sois  el don que el Espíritu nos da para ver  que el camino justo va al contrario: en la oración sirvo, en la comunidad sirvo, con la solidaridad sirvo a Dios y al prójimo. Y que Dios os conceda la gracia de crecer en este carisma de custodiar el servicio en la Iglesia. Gracias por lo que hacéis.