DIÁCONOS

DIÁCONOS MONFORTIANOS

Dany Bille, diacre

“MARÍA es Inmaculada para todos nosotros”

Quien quiera ser miembro de Jesucristo, lleno de gracia y de verdad (Jn 1,14), debe dejarse formar en María por la gracia de Jesucristo. María está llena de la gracia de Jesucristo para comunicarla en plenitud a los miembros verdaderos de Jesucristo, que son también hijos de María.” (SM 12)

MARÍA es no solo la madre de los sacerdotes sino también la madre de los diáconos porque la Eucaristía es vinculada al servicio de Dios y de los hombres. Esposo del Santo Espíritu, ayuda a actuar en nosotros y por nosotros por el mayor bien de la Iglesia y del mundo.
La circulación del Amor pasa forzosamente por MARÍA que ha dicho SI al PADRE por el ángel Gabriel. MARÍA es la por quien pasamos, para hacer circular el Amor de su Hijo hacia los hombres y particularmente hacia los más pobres. No es por ponerse por delante o por ponernos por delante que aparece tantas veces a nuestros hijos y a nuestros jóvenes; es por darnos unos medios sencillos para juntarnos libremente a CRISTO en la obediencia. Reunirnos con él estando particularmente atentos a los sufrimientos de los demás para ponernos mejor a su servicio.
Sirviéndoles, ayudamos humilde y sencillamente a JESÚS a llevar su cruz.
Sirviéndoles, estamos libres como CRISTO para que la solidaridad tome vida.
Sirviéndoles, participamos al “si” de MARÍA para que el amor circule en el mundo.

  1. Diáconos monfortianos, tenemos que vivir plena y enteramente la gracia y la verdad de nuestras misiones dejándonos formar por MARÍA por medio de la gracia de CRISTO que nos llama a descubrirle cada día en la Palabra de DIOS. La obra del P. de Montfort nos invita a centrarnos sin cesar en JESÚS por MARÍA para ser alumbrado por esta buena Madre a la vida eterna.
  2. Diáconos monfortianos, estamos llamados a activar y actualizar el misterio de la Inmaculada concepción en el mismo seno de nuestras misiones par derramar la ternura y la castidad de MARÍA alrededor de nosotros. La obra del P. de Montfort nos permite a nosotros diáconos centrarnos de manera específica en el servicio de nuestros hermanos por la ternura y la sencillez de MARÍA.

Esta ternura nos dice algo de la Eucaristía; pan vivo a tomar en el altar y a compartir con los hombres. En la Eucaristía, JESÚS se da a cada uno como MARÍA se ha dado al PADRE. Con MARÍA, aprendemos a poner nuestros dones al servicio de DIOS y de nuestros hermanos, porque son unos talentos que se nos da para servir a los demás.
Por la Eucaristía, CRISTO se da a nosotros para que le imitemos dándonos a Él. JESÚS nos ha dado la Eucaristía para que nos acostumbremos a recibirle para que se acostumbre a nosotros. Al acostumbrarse a nosotros, hace de nosotros su presencia en el mundo.
La Eucaristía nos une al cuerpo de CRISTO, pero, nos pone también al servicio de nuestros hermanos, como el mismo JESÚS lo ha practicado a los largo de su vida. La Eucaristía es el lugar donde me dejo habitar por uno mismo para dejarme habitar por CRISTO que meinvita a la acción y a la contemplación.
En la Eucaristía, descubro siempre el rostro del Hijo de MARÍA que me envía con todos los fieles de la asamblea al servicio de los más pobres, de los dejados por la sociedad. “Para evangelizar el mundo, nos dice Juan Pablo II, hace falta unos apóstoles “expertos” en celebración, en adoración y en contemplación de la Eucaristía”
Por la Eucaristía, con los fieles, soy un templo frágil claro, pero un templo real de CRISTO a imagen de MARÍA que fue el primer templo del Amor de DIOS para los hombres.
La Eucaristía está vinculada al servicio de los demás y a la contemplación. Son los dos juntos que nos ponen en relación de vida fraterna y en relación con CRISTO, pues en relación con DIOS. Una vida fraternal, pues una vida eucarística siempre es una vida de gozo, de compartir y de amor. Muchas veces estoy asustado por los medias que tienen una gran influencia en los seres humanos, y que nos muestran esencialmente las violencias y las futilidades de la vida. Cuando lo cotidiano de la vida está lleno de momentos de alegría, de compartir y de amor.
En lo cotidiano de la vida de alegría y de amor encontramos la verdadera vida. Esta verdadera vida en los hombres, con MARÍA la descubro en mi familia, los enfermos, los migrantes que buscan una tierra de acogida, los sufrimientos con que me codeo regularmente… porque, es allí y con ELLA que me reúno con mi propia humanidad.
Por MARÍA, he descubierto que toda mi vida es una misión al servicio de CRISTO.
Como esposo, mi misión es hacer mi esposa feliz por nuestros hijos y mi mismo. Como padre de familia, mi misión es educar a nuestros hijos para que sean felices de vivir a partir de unas referencias que les proporcionaré para que descubran sus propias referencias.
Como enfermero, mi misión es curar todo estando a la escucha de los enfermos; es, hacer en cierta manera que los y las que están en la soledad cogidos por la colectividad. También es acompañar la gente hasta su último momento. Mi misión en el hospital es también: estar a la escucha de la familia de los enfermos como de mis colegas. Estar ala escucha de mis colegas es par mí una manera de servir mejor a mis hermanos enfermos. Porque si un auxiliar de enfermería no está bien en su piel, no puede estar plenamente disponible cerca de los enfermos.

Como delegado en la pastoral de los migrantes, mi misión es escuchar, acompañar, ayudar a los buscadores de una tierra de asilo a empezar de nuevo su vida para encontrar un espacio de libertad con los demás y con CRISTO. Ser el signo de la Iglesia que acompaña sus sufrimientos. Es también darles la posibilidad de ir ellos mismos al encuentro de CRISTO y de MARÍA. Por este vínculo social, estoy invitado a proponer la fe a las diferentes culturas encontradas en la Pastoral de los Migrantes. Sí, es en este mundo que es el nuestro hoy que DIOS nos habla. Me da de anunciar una Palabra a vivir y a hacer vivir. A través de nuestros actos, DIOS habla no solo a los demás, sino también a nosotros mismos para establecer una relación con toda la humanidad para una comunión con cada uno de nosotros. Estamos siempre frente a la tragedia del sufrimiento, y, estamos invitados por CRISTO y por MARÍA a ir hasta el final, yendo al encuentro de los que sufren para que DIOS mismo, pero por nosotros, vaya al encuentro del otro. Al vivir así, eso permite a los no creyentes ver como nosotros cristianos, vivimos la fe cristiana que tiene importancia a los ojos de muchos de ellos; pero que no pueden hacer unos pasos reales hacia CRISTO por su pasado que tenemos que respetar por a escucha y el acompañamiento.
En la Pastoral de los Migrantes, vivo con CRISTO de manera particular en el corazón de la Iglesia diocesana. Tengo que hacer conocer este servicio al conjunto de los cristianos para que lo conozcan y participen y sean con nosotros unas personas compasivas y unos actores de los que están perdidos, desamparados y sin papeles. Este servicio nos ayuda a recibir la Palabra de DIOS con sus pobrezas para que Ella nos modifique nuestras miradas y trabajen nuestros corazones cada día para ir al encuentro de CRISTO.
En el hospital, hago el acompañamiento de fin de vida mientras que en la Pastoral de los Migrantes, hago el acompañamiento para ayudar a volver a arrancar en la vida.
Estos dos lugares donde ejerzo plenamente mi ministerio diaconal me invitan a ser el amigo de los más pobres de nuestra sociedad y a contemplar CRISTO en la Eucaristía orando con el sacerdote y la comunidad.
Me gusta mucho este himno del breviario para estas dos partes de mi misión:

“Porque está con nosotros en este tiempo de violencia,
 No soñemos que está en todas partes excepto donde se muere…
 Aceleremos el paso, dirijamos hacia Él nuestra paciencia,
 Vamos hacia el hombre de dolores que nos hace signo en la cruz.”

Al decir este himno, pienso y veo unos enfermos clavados en su lecho de sufrimiento. Un enfermo que está clavado en su cama tiene una vocación de contemplativo. En su cama, puede contemplar a JESÚS que se ofrece por el mundo y por él. Estos enfermos me dicen muy a menudo algo del amor de DIOS por cada uno de nosotros. Y por ellos contemplo CRISTO en la cruz.

“Porque está con nosotros en nuestros días de debilidad,
 No esperemos estar de pie sin llamarle…
 Tendamos la mano, gritemos hacia Él nuestro desamparo;
 Reconozcamos en nuestro camino Aquel que quema nuestros pecados.”

Con esta estrofa, ¿cómo no pensar en todos estos migrantes que buscan una tierra de asilo, una tierra de acogida, y que viven unos momentos terribles de desamparo y de desesperanzas? Los que ya no tienen identidad porque no tienen papeles y por eso, están sin trabajo, sin casa… ¿Cómo pueden estar de pie sin nuestro apoyo, sin nuestra oración? He sido mi trastornado y profundamente conmovido por un sacerdote quien, al presentarle la Pastoral de los Migrantes me dijo: “No es mi prioridad y eso no me toca.”
El padre de Montfort nos muestra que con MARÍA podemos dar todo a su Hijo para ser “luz del mundo” por nuestros hermanos. No una luz que nos deslumbra por su intensidad sino una luz que da a ver y a contemplar el Rostro de su Hijo. Con ELLA, enciendo siempre esta luz incluso si a veces es difícil. Es cierto, pequeña luz, pero una luz real para alumbrarme y alumbrar a los demás para CRISTO. Estos otros son los pobres, pero también los no-creyentes que nos rodean; para ir hacia ellos con un amor más fuerte y sin juicio.
Para mí, se necesita una vida espiritual interior para vivir mi vida de diácono cerca de los y las que encuentro en mi camino. Para ser también “sal de la tierra”, necesito entretenerme en el jardín que hace germinar en mí el sabor de CRISTO.Y MARÍA es el jardín que entretiene en mí este sabor. Sabor que me ayuda como enfermero a curar a los enfermos por amor a CRISTO y como diácono, a ayudar a CRISTO a llevar sus sufrimientos a causa de nuestros pecados por la oración y el don de mi vida.
Diácono monfortiano, me apoyo continuamente en la Palabra de DIOS para que mi diaconía de la caridad y de la solidaridad desarrolle y armonice mi servicio en la liturgia y la Eucaristía con los sacerdotes y los bautizados porque en en nuestra debilidad común que la Fuerza y el Amor se manifiesten para anunciar sin parar la Buen Nueva a nuestro alrededor.
Por MARÍA, mi vida se da a su Hijo en la Iglesia, y, mi vida de Iglesia se da a mis hermanos en el mundo. Mi vida de servidor, la doy plena y enteramente en los sufrimientos encontrados en mi camino. Camino familiar, camino profesional, camino de los encuentros imprevistos. ¡Si mis hermanos aceptan esta vida de Iglesia a su lado! Gracias SEÑOR.

Si no la aceptan, ayúdame a vivir siempre en la discreción para que mi oración con MARÍA les llegue porque Ella es tu paraíso que llega a cada uno de tus hijos.
 

“¡Oh Sabiduría eterna y encarnada,
 amabilísimo y adorable Jesús,
 verdadero Dios y verdadero hombre,
 Hijo único del Padre eterno,
 y de María siempre virgen!...
 Te alabo y glorifico
 por haberte sometido libremente y en todo
 a María, tu Madre santísima,
 para hacerme por Ella tu esclavo fiel…
 Por ello, acudo a la intercesión y misericordia
 de tu santísima Madre.
 Tú me la has dado como Mediadora ante ti.
 Yo espero alcanzar de ti, por mediación suya,
 la contrición y el perdón de mis pecados
 y la adquisición y conservación de la Sabiduría.”

(ASE 223)