6- En la última entrega de esta crónica parroquial vimos como el movimiento de vida ascendente surgía y crecía en España gracias a Sor Bemadette y Juan de Thoury y como nuestra parroquia crecía poco a poco con la implicación de la gente. Pero algo que parece tan normal o sencillo lleva tras de sí unos principios y valores que lo sustentan. Son éstos los que vamos a comenzar a saborear en las próximas páginas.
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Después de la Ordenación del P. Andrés y del infarto del P Miguel, los dos acontecimientos el mismo año, el equipo de los presbíteros se compone de los PP. Juan, Andrés y Luis Salaün que desde Canillejas viene a colaborar, sobre todo en las tareas de la catequesis de infancia y en las celebraciones de los sábados y domingos, en los tres Centros: Rosario, Santiago y Castillo.
La década de los años 80 se caracteriza prin-cipalmente como una etapa de formación en el campo de los adultos y de los jóvenes.
Es verdad que las apariencias parecen indicar que toda la actividad parroquial gira en torno a los niños. La progresión numérica (de los bautizos de los años 1977 al 1980 se traduce en el aumento proporcional de los niños en catequesis entre los años 84-89. Llega a pasar de 500 el número anual de primeras comuniones en aquellos años, Y son 120 los/as catequistas de Infancia. Sin embargo, nuestra convicción es que la Fe de los adultos y jóvenes es la que realmente fundamenta la comunidad cristiana. Para que la catequesis de infancia realice su cometido de integrar los niños en la comunidad. tiene ésta que estructurarse como comunidad adulta en la fe y el compromiso cristiano.
Los primeros adultos a los que ofrecimos un camino de profundización en su vivencia cristiana, fueron los mismos catequistas, entre los cuales había un elevado porcentaje de madres de familia y algunos padres.
En 1981-82 preparamos un nuevo curso de formación, que propusimos a todos los catequistas de Torrejón. Los temas se daban cada 15 días, repitiéndose en cada una de las 4 parroquias de Torrejón. Se nos multiplicó el trabajo, pero creció notablemente la participación.
Uno de los grandes temas de formación giraba en torno a nuestra vocación y misión. Estábamos tan sólo a 16 años de la clausura del Concilio Vaticano II, y muchísimos adultos cristianos hablan sido educados en un estilo de Iglesia de tipo jerárquico-piramidal, donde las cosas nos venían dadas "desde lo alto" Y el Concilio nos hacía pasar a una visión más bien circular, la de una comunidad reunida en torno a la persona de Cristo que nos llama y nos envía, procurando cada persona descubrir su propia forma de servir a los demás para realizar su vocación. Poco a poco, bastantes miembros de las parroquias empezaron a tomar conciencia de que actuaban desde su propia vocación de bautizados en la fe de la Iglesia. Y al presbítero, bajado de su pedestal tradicional, se le empezaba a ver más como a un hermano, ordenado al servicio de la comunidad
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El curso 1985-1986 (año del Centenario de la Diócesis de Madrid, a la que todavía pertenecía Alcalá) nos brindó la oportunidad de reforzar esta formación, con la preparación del Primer Congre-so Nacional de Catequistas. El Documento de trabajo preparatorio al Congreso nos hizo nuevamente reflexionar en pequeños grupos, reunidos cada 15 días durante el curso, sobre lo que pretendíamos: nuestra misión, nuestra vocación, nuestra formación, siguiendo la dinámica del "Ver, Valorar, Proponer"...a nivel parroquial, luego en una síntesis del arciprestazgo, y otra de la Vicaría de Alcalá.
Creo interesante, cuando han pasado '. otros 15 años - desde aquel Congreso, citar en' algunas de sus propuestas que fueron proclamadas en la clausura diocesana; respondían a nuestro proyecto:
"1.8 Promocionar la catequesis de adultos y que la Vicaría ofrezca medios y cauces para preparar catequistas para esta tarea.
1.9 Trabajar más con los padres que tienen a sus hijos en catequesis...
1.12 Trabajar con los jóvenes, ofreciéndoles un catecumenado y/o involucrándoles más en las actividades de la parroquia, incluso creando acti-vidades propias para ellos (pascua juvenil, campamentos, cine-forum...)
1.13 Continuar luchando para que los padres asimilen que la catequesis hacia pasar es un proceso en función de la maduración de la fe de sus hijos y no un simple requisito obligatorio para la comunión. Como tal proceso, en la primera etapa de la vida, entendemos que no está acabado hasta que el niño es capaz de integrarse plenamente, a su manera, en la celebración de la comunidad.
2.2...Debemos manifestar nuestro rechazo a que se pretenda manipular nuestra fe, nuestra opción y dedicación presentándonos o tratándonos como simples colaboradores de los curas, como si nuestro trabajo fuera dedicado a ellos o se tratara de un apéndice de su labor pastoral, y no tuviera como único objetivo la propagación del Evangelio, como único destinatario la comunidad y como único fundamento nuestra forma de entender el cristianismo.
2.3 ...Intensificar las celebraciones litúrgicas y los encuentros de oración.
2.4...Fomentar el talante comunitario... no sólo para hablar de lo que hacemos, sino de lo que somos; para compartir nuestras vidas, para la auto-catequesis en el grupo
2.5 Cultivar la madurez humana y cristiana que el mundo al que somos enviados nos exige y que debe traducirse en talante critico frente a la realidad que nos circunda y en el testimonio de que es posible vivir en cristiano a pesar de las dificultades...
3.10 Que se incrementen las reuniones de formación bíblica y teológica, y que se aproveche otro tipo de reuniones (p.ej. curso de a.p.j. [Agentes de Pastoral Juvenil]) aunque no aparezcan específicamente destinados a catequistas... .
Este botón de muestra me parece reflejar por donde hemos caminado. Pero se contará otro día.
Juan, presbítero. ( continuará...) |