Comentarios de Evangelio

3 de diciembre de 2023
I Domingo de Adviento - B
(Ez 34, 11-12.15-17; 1 Co 15, 20-26.28; Mt 25, 31-46)

Comentarios de Evangelio
"Relais d'Évangile"

Antiguamente en la revista " Le Règne de Jésus par Marie "

Gracias a todos los cooperadores Montfortianos

Noviembre (Ciclo A)

5 de Noviembre - XXXI Tiempo ordinario

12 de Noviembre - XXXII Tiempo ordinario

19 de Noviembre - XXXIII Tiempo ordinario

26 de Noviembre - N.S. Jesucristo Rey del Universo

Diciembre (Ciclo B)

3 de Diciembre - I Domingo de adviento

10 de Diciembre - II Domingo de adviento

17 de Diciembre - III Domingo de adviento

.
24 de Diciembre - IV Domingo de adviento

31 de Diciembre - La Santa Familia

- Oración (La misa de cada día: Josep Otón Catalá)

3 de diciembre

Dios y Padre nuestro,
el Adviento invita a la oración
pidiendo que estés con nosotros,
que tu rostro amoroso nos acompañe
y que se renueve la vida de cada uno
y de la Iglesia;
por eso nos dirigimos a ti
confiando no en nuestra bondad
ni en méritas propios,
sino en tu fidelidad que dura siempre
y en la certeza de que quieres ser, nuestro Padre.
Jesús nos pide velar, para descubrir
que, en ti, tu ya has venido a visitarnos
y a estar presente en este mundo;
por eso te pedimos que nuestra vida
dé testimonio de tu presencia
y que sepamos mostrar quién es nuestro Dios,
este Días que está con nosotros coma Padre
siempre atento a la vida de sus hijos e hijas.
No permitas, Padre,
que tu pueblo dormite en la rutina
a la mediocridad sin espíritu.
Que tu rostro enamorado nos convierta cada día
y que nos deje mas convertir;
que, iluminados par ti y guiados par la Palabra
que nos alimenta cada día,
nos mantengamos fieles
a nuestra vocación de discípulos
y testigos de Jesucristo.
Que las religiosas y los religiosos
sean signos de generosidad y disponibilidad
en escuchar tu llamada
y dejarse prender por tu amor
que da sentido a la existencia humana.

8 de diciembre

Padre bueno, hoy todo invita al agradecimiento
por cuanto has hecho en María
y quieres hacer en nosotros, movido par tu gran amor;
te damos gracias parque podemos dirigirnos a María
coma madre y coma modela de fe,
coma persona capaz de acoger tu palabra
y dispuesta a vivirla con toda su alma.
Gracias porque María trajo a Jesús al mundo,
nos la ha dada a conocer, ha invitado a obedecerle
y ella ha sido la primera discípula.
Haz que, como ella, sepamos estar atentos
a acoger en todo momento tus proyectos,
no temamos adherirnos a ellos de corazón
ni digamos que hoy es imposible
vivir siguiendo el evangelio de Jesús
como hizo María.
Ayúdanos, sobre todo, a no ver coma normal
ni a pactar jamás con el mal y el pecado
que encontramos en el mundo
y dentro de nosotros:
que no pactemos con el egoísmo y la violencia,
que no seamos indiferentes
cuando se violan derechos humanos
oa se esclavizan personas,
ni cuando se nos invita a vivir sin fe;
líbranos de decir que esta ha ocurrido siempre
y que es imposible mejorar el mundo.
Que tengamos el coraje de creer
y de poner en práctica que,
si cada persona de fe es un poco mejor
y cada comunidad cristiana
vive más evangélicamente,
el mal va retrocediendo y allanamos el camino
para recibir con mayor plenitud tu gracia.

Ciclo A

“Estad despiertos en todo tiempo” (Lc 21,36)

Hemos venido a una experiencia de silencio, en este tiempo de Adviento. Buscamos, necesitamos silenciarnos para escuchar la voz de Dios, acoger su presencia en nuestro interior, recibir su Palabra, su Luz y su Amor. Este tiempo de Adviento es favorable para: Centrar nuestra mirada en el Dios que nos ama. Recordar que Dios es fiel a sus Promesas. Hacernos preguntas esenciales:
¿Qué Promesas he escuchado? ¿Vivo con esperanza? ¿Qué motivaciones profundas nos mueven en la vida para caminar con esperanza en el mundo que nos ha tocado vivir?
Somos conscientes de la crisis de valores y de falta de sentido que atraviesa nuestra sociedad nos ha hecho perder de vista el horizonte hacia el que camina la humanidad y la historia. ¿Hacia dónde vamos? Es una pregunta que nos hacemos con frecuencia y quizá no tenemos respuesta.

Con frecuencia nos sentimos envueltos en la incertidumbre, la inseguridad, la soledad, la precariedad, violencia, guerras, muertes, enfermedades…. Se nos nubla el horizonte y se esconde la alegría y la esperanza.
Por eso este tiempo de Adviento es tiempo de volver a lo esencial, a escuchar las promesas del Dios fiel a su palabra.
¿Qué nos ha prometido el Señor?
El Señor está con nosotros todos los días hasta el final de los tiempos. El Señor nos ama con infinita ternura, que ha venido, viene y vendrá.

La palabra que nos regala la Iglesia en este tiempo de Adviento nos conforta y serena ante tanto sufrimiento inexplicables, tantos problemas económicos, tensiones constantes en la convivencia.
Éste es el reto que nos trae el Adviento. Éste es el reto de la Iglesia y de cada uno de los cristianos: aportar un poco de luz, de esperanza y de alegría a nuestro mundo herido. Ser signo de esperanza para la humanidad y apostar sin condiciones por el Niño hecho carne que viene en Navidad. Él es la esperanza más firme de esta vieja humanidad. Él es el redentor, el liberador, el pastor que cuida con amor desmedido a su pueblo y ovejas de su rebaño.

¿Cómo atender y responder al grito de tantos hermanos nuestros que sufren por diversas causas?
Necesitamos que la Gracia de Dios nos penetre y nos transforme. Necesitamos reavivar nuestra identidad profunda de hijos e hijas de Dios, todos hermanos, amados por Él inmensamente. Para esto, para reavivar la llama del amor venimos a esta experiencia de silencio.
Para ayudarnos a vivir esta experiencia de silencio todos tenemos que implicarnos, por eso es necesario apagar los teléfonos, hacer el menor ruido posible, evitar hablar innecesariamente, de esta manera cuidamos el silencio de todos y favorecemos la escucha de Dios que nos habla al corazón.

Buena preparación de Adviento.
Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón

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Lectura orante del Evangelio: Marcos 13,33-37

Todo lo que tiene fin, aunque dure, se acaba…Abrid por amor de Dios los ojos

José Antonio Nieto (España)

Estad atentos, vigilad: pues no sabéis cuándo es el momento.
Jesús, que siempre cuida de nosotros y nos acompaña, nos dice que tengamos cuidado, que miremos con atención amorosa los signos de cada día. La invitación de Jesús a velar está preñada de alegría, henchida de esperanza. No nos llama a la angustia ni al miedo, nos invita a esperar. No es hora de dormir: Dios nos espera. Tiene tiempo y promesas para nosotros. Su amor es más fuerte que nuestros agobios y preocupaciones, su presencia se muestra fiel en nuestras ausencias y olvidos. Dios está en adviento constante hacia nosotros. Saber esto nos alienta a una espera vigilante. Saber que Dios viene a nosotros, reaviva nuestro deseo de ir a su encuentro. El Espíritu nos enseña a vivir en esperanza de Dios. Marana tha: Ven, Señor, Jesús. Viviré en esperanza de Dios.

Es igual que un hombre que se fue de viaje, y dejó su casa y dio a cada uno de sus criados su tarea.

¿Cómo orar en la ausencia del Señor? ¿Cómo seguir amándole en la noche? Porque esperar es también trabajar, no instalarse en la pasividad, compartir como pobres con los pobres. Velar es cuidar la casa y nada la cuida mejor que la oración interior y la fraternidad. En la casa del Señor nadie se apropia de los bienes, porque todo es del Señor y lo del Señor es para todos. La casa común es el espacio de la espera. ¿Adónde te escondiste, Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste, habiéndome herido, salí tras ti clamando, y eras ido (San Juan de la Cruz).

Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa.

A Jesús le preocupa que la comunidad de sus seguidores viva dormida. En el corazón de la vida hay una oferta de amor tan sorprendente que no debe pasar desapercibida. Para ello hemos de mantener la tensión espiritual de la espera, también en las vigilias de la noche, cuando se hacen más oscuros los significados y los valores de la vida. El Señor está en la hora menos pensada, en los acontecimientos más pequeños e insignificantes, por eso hay que velar. ¿Nos está llamando Jesús a no dormir nunca? El amor no duerme. Yo dormía, pero mi corazón velaba (Cantares 5,2). La vigilancia no tiene que ver con el encogimiento, sino con verdad que nos hace libres para amar. Tan alta vida espero (Santa Teresa).

Lo digo a todos: ¡Velad! La indicación de Jesús no es para unos pocos, es para todos. Velar es cultivar el amor. Procurad caminar con amor y temor… El amor nos hará apresurar los pasos; el temor nos hará ir mirando adónde ponemos los pies para no caer por camino adonde hay tanto que tropezar (Santa Teresa de Jesús, C 40,1). ¿Cómo esperamos la llegada del Señor? ¿Vivimos conscientes de que nuestra meta es el encuentro con Cristo? Tomamos conciencia de que somos amados, atraídos por Jesús. Su amor nos provoca para que lo busquemos como él nos busca. Nos quedamos en el abandono confiado del solo Dios basta. Todo acabará bien, porque está en las manos de Dios. Todo es gracia. Dios sigue esperando que nos demos cuenta. “Pensar la gloria que esperamos, muévenos a gozo” (Santa Teresa de Jesús).

Marana tha, Ven, Señor, Jesús
Un abrazo, mi oración y mucha salud. Antón

http://www.cipecar.org/

EVANGELIO DÍA A DÍA

Lunes 4 de diciembre
“Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Basta que lo digas de palabra, y mi criado quedará sano… En verdad os digo que en Israel no he encontrado en nadie tanta fe” (Mt 8, 8.10).
La salvación que ofrece Jesús es universal, no reconoce fronteras entre personas o pueblos. Camina abriendo puertas, creando vínculos. Jesús se admira al oír la fe de un hombre pagano, que se pone en camino de salvación con una gran confianza, sin importarle el qué dirán los demás.

¡Ven a mi casa, Señor, ven y sáname con tu amor! Dime una palabra tuya y mi soledad sentirá tu compañía, vencerás mis miedos, levantarás mi esperanza. ¡Gracias!

Martes, 5 de diciembre
“Te doy gracias, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has escondido estas cosas a los sabios y entendidos, y las has revelado a los pequeños” (Lc 10,21).
La alegría del Espíritu inunda el corazón de Jesús: El Padre quiere revelarse a los sencillos y estos entienden la ternura entrañable del Padre. Quienes tienen experiencia de este amor del Padre lo expresan en gestos de ternura y servicio a los demás. Estas personas son un tesoro para la Iglesia y para el mundo. 

Camino en el Adviento abierto a las señales que cada día llegan inesperadas. Tu mi Dios quieres decirme algo y quieres decir en mí algo a los que peor lo pasan. Siempre vienes para todos.

Miércoles, 6 de diciembre
«Siento compasión de la gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen qué comer. Y no quiero despedirlos en ayunas, no sea que desfallezcan en el camino». (Mt 15, 32)
Jesús sana las heridas, ayer, hoy y siempre. Ha venido para darnos la Vida en abundancia. La amistad con Jesús nos compromete en la práctica de un amor activo y concreto a cada ser humano. Es hora de amar, de hacernos cercanos y solidarios con quien sufre, de que cada gesto exprese ese amor fraterno tan querido por Dios. 

Jesús, tú eres el Pan de la Vida. Contigo quiero ser pan partido para mis hermanos/as. Acoger tu llamada y continuar tu cena partiendo nuestro pan con el hambriento.

Jueves, 7 de diciembre
“Entrará en el reino de los cielos el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos… El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca” (Mt 7,21.22).
Entrar en el Reino de los Cielos es hacerse cristiano, seguidor de Jesús. No basta con orar piadosamente. Sino que hay que hacer la voluntad del Padre. Construir sobre la roca significa construir sobre Cristo y con Cristo, sobre la fidelidad y la esperanza. Saber que en los momentos difíciles hay Alguien, una Amor fiel y firme del que fiarse y en quien apoyarse.
¿Cómo cumpliré hoy, Padre mío, tu voluntad? Me pondré en tus manos. Acogeré las sorpresas que me regale el día. Intentaré hacer realidad lo que has soñado para mí. Te diré confiadamente: Amén, hágase en mi.

Viernes, 8 de diciembre
INMACULADA CONCEPCIÓN
DE LA BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA

«Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo»… Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús… El Espíritu Santo vendrá sobre ti María contestó: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra». (Lc 1, 28. 31.35. 38).
Hoy nos asomarnos al corazón de María Inmaculada para celebrar nuestros orígenes de gracia y de libertad y recorrer en su compañía los comienzos de la Historia de la Salvación. En María aparece la ternura de Dios para acariciar todas las heridas. Con María, aprendemos a escuchar la Palabra y dejar que habite en nuestro corazón. Cantamos con Ella el canto nuevo del gozo y de la libertad.
Santa María: Madre de Jesús, presencia del Espíritu, estrella del Evangelio, Madre de la Iglesia. Ruega por nosotros.    

Sábado, 9 de diciembre
Id y proclamad que ha llegado el reino de los cielos. Curad enfermos, resucitad muertos, limpiad leprosos, arrojad demonios. Gratis habéis recibido, dad gratis” (Mt 10,8)
Los seguidores de Jesús somos peregrinos de esperanza, discípulos misioneros: en camino, entre la gente, con la alegría de haber encontrado a Jesús y con la compasión a flor de piel, anunciando la buena nueva del Evangelio. Esta es nuestra misión para hoy.
¡Ven, Espíritu Santo! Ayúdame a descubrir los dones que he recibido.  Muéstrame lo que esperas de mí  para bien de todos.