1. Escuchen mi queja, amigos
del Corazón del Señor:
aquí les abro mi pecho
y alivio mi corazón.
2. Hablen corazón y llanto,
suspiren, lloren mil veces.
¡Hoy siento vivas alarmas!
Mi alma voz ni llanto tiene.
3. Preguntas porqué mi pecho
vive esta amarga aflicción,
y porqué suspiro y lloro.
¡Porque ultrajan al Señor!
4. Los idólatras lo olvidan
e ignoran del cielo al rey,
judíos y turcos lo niegan
y blasfeman de él también.
5. ¡Y cuántos pobres herejes
profanan su sacramento!
¡Cómo su furia diabólica
debe causarnos tormento!
6. Cielo y tierra a un solo tono
lloran tales desacatos;
gimo y la mano me tiembla
cuando escribo estos relatos.
7. Una cruel injuria infieren
a su alianza paternal,
y en el santo sacramento
sólo una sombra hallarán.
8. ¡Oh!, ¡qué injuria a sus palabras
al negar la realidad!
Ven cual frívola enseñanza
sus mensajes de verdad.
9. Al no ayudarles la fe,
una y mil veces lo ultrajan,
y otra vez lo crucifican
con inhumana ira y rabia.
10. Unos les echan las hostias
a animales furibundos,
otros las botan por partes
al barro y sitios inmundos.
11. Uno a cuchillo, ¡qué extraño!
hiere al Corazón amante,
lo echa otro en el agua hirviente,
y otro al fuego trepidante.
12. ¡Cuántos, ay, en artes mágicas
echan la hostia a Satanás!
¡O en su diabólica industria
la hacen veneno mortal!
13. Y cuántos malos católicos,
que debieran con piedad
defenderlo del hereje,
superan a éste en crueldad.
14. Nuestros templos solitarios,
Dios sin un adorador,
por días, ¿qué digo?, por años,
sin darle gloria ni honor.
15. Si muchos llegan al templo,
no es tanto por Jesucristo,
sino por moda o rutina,
que en sí no llevan a Cristo.
16. El rey del cielo a menudo,
olvidado en el altar
queda sin que nadie trate
su memoria de ensalzar.
17. El Sagrado Corazón
piensa en darnos sus favores;
y nosotros inhumanos
le brindamos sinsabores.
18. ¡Qué de injurias contra Él!
¡Cuántas infames acciones!
Doquier ¡cuántas inmodestias!
¡Y cuántas profanaciones!
19. Oigan a los que perjuran,
blasfeman su nombre santo!
sin que nadie se resienta
pero sí ríe entre tanto!
20. Nunca se había visto al mundo
con tantos que odian a Dios,
por doquier crimen y guerra,
hace poco él se quejó. |
21. Pero ya nadie se extraña,
un gran crimen ya no es nada.
Se piensa sólo en lo propio,
nadie a Jesucristo agrada.
22. ¡En la iglesia no se lo honra...
aunque es casa del Señor!
y a ninguno le sorprende
que le traspase el dolor.
23. Mira a la dama mundana,
ídolo de vanidad,
que con su porte altanero
disputa su Majestad.
24. ¿Miras cómo se ha adornado,
y se hace cerca del altar?
¡Mira cómo se la adora!
Se puede a Cristo ignorar.
25. ¡Cuántas citas infamantes
en la iglesia del Señor!
¡Cuántos hombres y mujeres
ven allí su perdición!
26. ¡Cuánta risa y cuchicheo,
como si fuera un mercado!
¡Qué descaro y desvergüenza!
Dios sufre tales pecados.
27. En mezquitas musulmanas,
modestia, honor y atención,
se dan; pero en nuestros templos,
¡qué desdoro y confusión!
28. Mira la iglesia tan pobre
junto al palacio pomposo;
mientras el noble y la dama
gozan y abundan de todo.
29. ¡Cuántos curas infelices,
son lobo en piel de cordero,
Judas traidores, más crueles
que el verdugo más severo!
30. ¿Así ofendemos nosotros
de Jesús al Corazón?
¿Así es nuestra gratitud?
¡Qué ultraje y qué desazón!
31. ¡Qué crueldad! El pobre impío
vierte su ira, desalmado,
contra el templo de Jesús,
de las almas desterrado.
32. ¿Tendrás un alma de piedra?
¿No sentirás su quebranto?
¡Sufre hoy con él en la tierra,
mezcla a su sangre tu llanto!
33. Dice hoy como a sus discípulos
"Me abandonan mis amigos,
¿también tú quieres huir
y unirte a mis enemigos?"
34. Yo sufriría estas injurias
de un enemigo traidor;
mas aquellos que más amo
¡me ultrajan mucho peor!
35. Mi Corazón agoniza
me atacan en mi mansión,
me traicionan y me niegan,
mi sangre hacen perdición.
36. Y grito con amargura,
herido por el pecado
¿Es tu corazón un yunque?
¿La gracia a nadie ha tocado?
37. Si los fieles me abandonan,
cual todos me abandonaron,
¿tendré que ir a los infieles,
que menos me reconocen?
38. Mi pecho te ama y desea
y por ti está traspasado;
por tu corazón suspira.
¿Aún me dejas desolado?
Dios sólo. |