En artículos anteriores hemos denunciado cómo, en el campo de la
educación, ha triunfado el buenismo en España.
Los lectores de La Buena Noticia coincidimos, en su inmensa mayoría,
en que no se ha desarrollado una ley educativa que garantice plenamente
la libertad, el derecho de los padres a decidir la formación de sus
hijos, y la existencia de centros educativos de formación católica.
Todos comprendemos que, con partidos de ideologías distintas, se
haya ido profundizando, paulatinamente, en leyes de educación igualitaria,
muy acorde con los idearios de izquierdas. Esta tendencia pretende
que, por el simple hecho de estar dentro de una enseñanza reglada, los
alumnos vayan pasando de curso y lleguen a la Universidad sin necesidad
de esfuerzo, de interés, de trabajo,… Sólo por el mero respaldo de
una intención política.
Lo que verdaderamente nos llama la atención es que no exista ningún
partido político conservador que haya ejecutado una ley que defienda,
por un lado, la libertad de los padres a elegir la educación acorde con la
recibida en casa y, por otro, una educación que fomente el estudio, la
constancia, la ilusión por el trabajo bien hecho, el orden, el sacrificio y el
espíritu de servicio a los demás. A más a más, el respeto a aquellos
centros que hacen una oferta basada en los valores cristianos.
Estos conceptos sirven al bien común, y deberían ser
defendidos por todos, independientemente de la ideología.
Echamos de menos un partido político que coincida con nosotros
en los fundamentos de la educación. Porque, añadimos
más: ni siquiera cuando han gobernado partidos conservadores –en dos ocasiones con mayoría absoluta– se han modificado las
estructuras para que, desde los organismos educativos, se
hayan entendido el respeto y el valor que tienen estos principios.
Reconociendo que estos partidos no tienen fundamentos, al
menos podían haber defendido los de sus propios votantes… ¡Cuántos católicos, durante décadas, nos hemos visto obligados
a optar por el llamado "mal menor"!
En conclusión, nos encontramos con un panorama incierto,
con una educación echada a perder para aquellos que defendemos
que esta debe ser seria y basada en auténticos valores. Y,
además, una persecución desde los organismos públicos a aquellas instituciones
privadas o privadas-concertadas que luchan, denodadamente,
por salvar sus principios y ofrecer su ideario.
Nos preocupa mucho la realidad que se abre ante nuestros ojos. Pero,
pese a todo, seguiremos trabajando desde nuestra pequeña parcela con
fe, esperanza y caridad. En este sentido, recordamos las sabias palabras
que, hace diez años, dirigió el papa Benedicto XVI a padres y profesores
de Roma: "¡No tengáis miedo! Todas estas dificultades son la
otra cara de la medalla del don grande y valioso que es nuestra libertad,
con la responsabilidad que justamente implica (…) Una educación auténtica
necesita la cercanía y la confianza que nacen del amor; todo educador
sabe que para educar debe dar algo de sí mismo y solamente así puede ayudar a sus alumnos a superar los egoísmos y capacitarlos para
un amor auténtico".
En educación, ha triunfado el "buenismo" en España.
"EDUCA A LOS NIÑOS
Y NO SERÁ NECESARIO
CASTIGAR A LOS HOMBRES" (Pitágoras) |
"Incluso hoy se hace así: se paga para dar malas noticias que ensucien a los demás"
"La salvación es un don del Señor", Él nos da "el espíritu
de la libertad". Lo afirmó el
Papa Francisco el 16 de octubre
en su homilía en la Misa en
Casa Santa Marta. El Papa recomienda
estar atentos a los hipócritas
cuyos corazones no
están abiertos a la gracia.
El Papa comenta el pasaje del Evangelio en el que Jesús, invitado a comer por un fariseo, se sienta a la mesa sin hacer primero las abluciones previstas por la ley, recordando la dura respuesta de Jesús a la "maravilla" de
aquel fariseo.
Francisco enfatiza la diferencia entre el amor de la
gente por Jesús,
porque llegaba a
sus corazones, y
también un poco
por interés, y el
odio de los doctores
de la Ley, escribas,
saduceos,
fariseos que lo seguían
para pillarlo
en falta. Ellos eran
los "puros":
"Eran realmente
un ejemplo de formalidad.
Pero les
faltaba vida. Eran
-por así decirlo- almidonados.
Eran
unos rígidos. Y Jesús conocía sus
almas. Esto nos escandaliza, porque
ellos se escandalizaban por las cosas
que hacía Jesús cuando perdonaba
los pecados, cuando sanaba el sábado.
Se quitaban las vestiduras. "¡Oh! ¡Qué escándalo! Esto no es de
Dios, porque se debe hacer esto… No
les importaba la gente: les importaba
la ley, las prescripciones, las rúbricas".
Pero Jesús acepta la invitación del
fariseo a almorzar, porque es libre, y
va. Y al fariseo, escandalizado por su
comportamiento que va más allá de
las reglas, Jesús le dice: 'Ustedes fariseos,
limpian por fuera la copa y
el plato, mientras por dentro rebosan
de robos y maldades'. Esas no
son lindas palabras, ¿eh? Jesús hablaba
claro, no era hipócrita. Hablaba
claro. Él les dice: '¿Por qué miran
hacia fuera? Miren dentro lo que es'...
Otra vez les había dicho: 'Ustedes
son tumbas blanqueadas'. Bonito
cumplido, ¿eh? Hermosos de afuera,
todos perfectos… todos perfectos… Pero por dentro, lleno de podredumbre,
de avaricia, maldad. Jesús distingue
las apariencias de la realidad
interna. Estos señores son los 'doctores
de las apariencias': siempre perfectos,
pero ¿qué hay dentro?
Francisco recuerda otros pasajes
del Evangelio en los que Jesús condena
a estas personas, como la parábola
del buen samaritano o donde se
habla de su ostentosa forma de ayunar
y dar limosna. Porque, dice el
Papa, estaban "interesados en la apariencia". "Jesús califica a esta gente
con una palabra: hipócrita." Gente
con un alma codiciosa, capaz de
matar. "Y capaz de pagar para matar
o calumniar, como se hace hoy. Incluso
hoy se hace así: se paga para
dar malas noticias, noticias que ensucien
a los demás.
En una palabra, continúa Francisco,
los fariseos y los doctores de la Ley
eran personas rígidas, no dispuestas
a cambiar. "Pero siempre, bajo o dentro
de una rigidez -dice el Papa- hay
problemas. Graves problemas (…)
Detrás de las apariencias de buen
cristiano, apariencias quede claro,
que siempre trata de figurar, de maquillarse
el alma, hay problemas. Allí no está Jesús. Ahí está el espíritu del
mundo".
Y Jesús los llama 'necios' y les
aconseja que abran sus almas al
amor para que la gracia pueda entrar.
Porque la salvación "es un don
gratuito de Dios. Nadie se salva a
sí mismo, nadie.
Nadie se salva ni
siquiera con las
prácticas de esta
gente".
Finalmente, una
advertencia: "Tengan
cuidado de los
rígidos. Estén
atentos ante los
cristianos -ya sean
laicos, sacerdotes,
obispos- que se
presentan tan 'perfectos',
rígidos.
Estén atentos. No
está el espíritu de
Dios allí. Falta el
espíritu de la libertad. Y tengamos cuidado
con nosotros mismos, porque
esto debe llevarnos a pensar en nuestras
vidas. ¿Yo trato de ver las apariencias
solamente? ¿Y no cambio mi
corazón? ¿No abro mi corazón a la
oración, a la libertad de oración, a la libertad
de limosna, a la libertad de las
obras de misericordia?" |