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"SI CUIDAS EL PLANETA... COMBATES LA POBREZA"

Material de campaña

ENLÁZATE POR LA JUSTICIA
(CARITAS, MANOS UNIDAS, CONFER, JUSTICIA Y PAZ, REDES)

CAMPAÑA
"SI CUIDAS EL PLANETA, COMBATES LA POBREZA"

DECÁLOGO VERDE
CONCLUSIÓN: ESCUCHARÁS EL CLAMOR DE LA TIERRA Y DE LOS POBRES

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Este mandato, resumen y compendio del decálogo verde, no debe tomarse como una simplificación que rebaje los contenidos y exigencias de los diez principios. Como en el decálogo bíblico, en el que los diez mandamientos se resumen en dos, "amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo", su significado no es aligerar el exigente y detallado contenido de cada uno de los diez principios, sino que se tomen como un camino, como una pedagogía que nos lleva a alcanzar el núcleo del decálogo, para atender al sufrimiento de la tierra y de las personas excluidas.
Con el recorrido por los diez principios hemos intentado dar respuesta a ese clamor de la tierra y de los pobres desde el primer mandato del decálogo que nos pide Apoyar la causa de los pobres como hito de inicio en el camino a realizar, con una sincera y constante reflexión e interrogación sobre nuestro modo de vida y nuestras prioridades, sobre nuestros hábitos de consumo, para valorar si van por encima de nuestras necesidades, gastando más bienes de los necesarios a expensas de las personas que carecen de lo indispensable, si nuestro estilo de vida está contribuyendo a la crisis global que se manifiesta ya insostenible económ ica y medioambientalmente.

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¿ Cómo responder a los clamores que surgen
por el deterioro medio ambiental?

Redescubriendo el valor de la simplicidad de nuestra propia vida, animados por una conversión
individual, eclesial y comunitaria.

La Iglesia, siguiendo la invitación de Jesús, nos presenta la conversión como un vol ver a Él, centrando nuestro pens amiento, nuestra voluntad, nuestros compromisos y nuestros deseos en Él, pero también nuestros desánimos, nuestras incoherencias, nuestros miedos. En el Evangelio Jesús nos dice que el reino de Dios está ya dentro de cada persona y que solo hay que volver a mirar en nuestro interior para acoger la llamada a una vida nueva. Por tanto, el recorrido comienza muy cerca de nosotros, en nosotros mismos, y empieza por valorar la importancia de nuestros comportamientos cotidianos para modificarlos si es necesario. El cambio en estos comportamientos personales cotidianos, no afecta solo a la persona sino también a su entorno, y "un cambio en los estilos de vida podría llegar a ejercer una sana presión sobre los que tienen poder político, económico y social" (LS 206), y conducirnos a impulsar las decisiones necesarias aunque sean costosas.

Una propuesta facilitadora es bucear en nuestra propia tradición espiritual, que nos proporcionará las motivaciones que surgen de la espiritualidad para alimentar una pasión por el cuidado del mundo (LS 216). Las convicciones que nacen de nuestra espiritualidad y de nuestro compromiso personal nos facilitarán la apertura necesaria para asumir los consensos científicos, que confirman el deterioro medioambiental, y la disposición para trabajar en su corrección, comprometiéndonos. En nuestra espiritualidad, nos dice San Juan Pablo II en la Cumbre Mundial de Desarrollo Sostenible de Johannesburgo, cada cristiano tiene una "vocación ecológica" que, en nuestros días, es más urgente que nunca. Todos los cristianos debemos saber que constituye una amenaza para la vida no cuidar a la naturaleza como se merece, por ejemplo, explotando sin consideración los recursos naturales. La verdadera ecología asume no solo los consensos científicos sino que va más allá, porque es al mismo tiempo protección del medioambiente, ecología humana, ecología social y ecología cultural. Pero, sin una conversión espiritual y confiando solo en los avances tecnológicos, no estaremos ante una verdadera ecología humana, una ecología integral al servicio de la Creación. Esto nos tiene que llevar a la superación del paradigma tecnocrático, pues "la mentalidad cientifista ha conseguido que muchos acepten la idea de que lo que es técnicamente realizable sea por ello moralmente admisible" (Carta encíclica Fides et Ratio, San Juan Pablo II).

Don y no propiedad es todo lo que nos rodea para extraer todo lo posible de las cosas por la imposición de la mano humana desde un modelo de crecimiento infinito e ilimitado que ha entusiasmado tanto a economistas, científicos y tecnólogos. El mandato que se deriva de ello es que no debemos supeditar nuestra acción a los intereses económicos.

Es más necesario que nunca superar el paradigma tecno-económico (LS 203) que nos domina para recuperar una economía al servicio del ser humano, respetuosa con la Creación, una ecología económica capaz de considerar la realidad de una manera más amplia (LS 141). Reconocer y asumir que lo esencial del ser humano es un don que le ha sido dado: su consciencia, su inteligencia, sus capacidades (innatas y adquiridas), su dependencia, su capacidad de ser solidario, de compartir, de darse a los demás, en definitiva lo que le hace posible vivir. Todo es don y no le pertenece. Lo que tenemos no dejan de ser herramientas que hemos ido adquiriendo y que sin embargo, olvidando lo que somos, vamos convirtiendo en extensión de nuestro

ser, perdiendo de vista que son transitorias y circunstanciales, sujetas a cambio y evolución, a superación o desaparición. Don y no propiedad es todo lo que nos rodea en la naturaleza, en la rica diversidad de nuestro mundo, para ser sabiamente administrado y no para "extraer todo lo posible por imposición de la mano humana con la idea de un crecimiento infinito o ilimitado" (LS 106).

Como resumen de los diez mandamientos del Decálogo Verde, el documento de Razón y Fe del que lo tomamos, recoge este mandato, título de la reflexión: "Escucharás el clamor de los pobres" y "Escucharás el clamor de la tierra" (cf. LS 49)... y los escucharás de tal manera, y con tal hondura, que descubrirás...
- «la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del
planeta,
- la convicción de que en el mundo todo está conectado,
- la crítica al nuevo paradigma y a las formas de poder que derivan de la tecnología,
- la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso
- el valor propio de cada criatura,
- el sentido humano de la ecología,
- la necesidad de debates sinceros y honestos,
- la grave responsabilidad de la política internacional y local,
- la cultura del descarte
- y la propuesta de un nuevo estilo de vida» (LS 16).

Como llamada final os animamos a compartir el itinerario propuesto en el Decálogo y a participar.
Nuestra fe y nuestro compromiso con los empobrecidos nos mueven a ello porque "son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior" (LS 10) y porque "estamos llamados a ser los instrumentos del Padre Dios para que nuestro planeta sea lo que Él soñó al crearlo y responda a su proyecto de paz, belleza y plenitud" (LS 53).

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