FUE UNA HAZAÑA ESPAÑOLA
Este año se conmemora
el quinto
centenario de la
Primera Vuelta al
mundo.
Hoy parece que
Portugal quiere
reivindicar esa hazaña
como si fuera
portuguesa (diario ABC de 19 Enero
2019, pags. 46-47: Portugal se apropia
de la primera vuelta al mundo ante
la pasividad de España) centrando su
conmemoración en el portugués Magallanes.
En eso no pueden engañar a
los lectores de La Buena Noticia
que ya conocen, por los capítulos
anteriores, que la
expedición es absolutamente
española, bajo el Rey Carlos I,
y que su capitán general es el
nuevo súbdito (registrado) de la
monarquía castellana, Fernando
de Magallanes, a quien su
anterior Rey, el de Portugal, dio
la espalda rechazando su proyecto,
y más tarde, intentando sabotear la
expedición española, declarando
traidor a Magallanes, cuya familia
cayó en desgracia, y enviando dos
flotas portuguesas a detenerle. No lo
consiguió.
Todo el imperio portugués del momento,
con posesiones en Asia y África, tenía orden de detener la expedición
española. Ni por esas.
Una vez muerto en combate Magallanes,
Elcano consiguió llevar a término
la expedición; eso sí, sorteando
con grandes dificultades los obstáculos
portugueses, no consiguiendo evitar
el aprisionamiento de parte de sus
hombres. No, Portugal no tiene ningún
derecho a anotarse sobre la 1ª Vuelta al Mundo. Fue una obra de España
que debe ser defendida por
nuestras autoridades.
GOLPE DE AUTORIDAD
En el capítulo anterior, terminamos
con un nuevo motín, cuando "la flota
de las Molucas" se encontraba pasando
el invierno del hemisferio Sur
en puerto San Julián.
De los cinco barcos, dos estában
con Magallanes y tres amotinados.
Quedaron en reunirse en la San Antonio,
una de las amotinadas. Magallanes,
astutamente, manda sus emisarios
a la Victoria donde sabía que
contaba con más apoyo. Mientras el
capitán de ésta leía la carta de Magallanes,
es apuñalado. La tripulación
desconcertada se declaró a favor de
Magallanes. Ahora Magallanes tenía
superioridad y con sus tres barcos
bloqueó la salida de la ensenada del
puerto.
Mientras en la Concepción se planteaba
romper el cerco y escapar, una
acción de "comandos" ordenada por
Magallanes durante la noche rompió el cable del ancla de esta nave que se
deslizó por la corriente hacia donde
Magallanes la esperaba. Fue abordada
y reducida. El último barco, la
Concepción, con Juan de Cartagena
a bordo, se rindió sin más.
Magallanes impartió castigos ejemplares
en unos cuantos, ejecutó al capitán de la Concepción y
conmutó la pena de muerte a
cuarenta subalternos por trabajos
forzados. Al apadrinado Cartagena
y al capellán de la San
Antonio los castigó abandonándolos
en tierra, suplicando estos
que no los dejaran. A partir de
ese momento, todo el mundo
tuvo claro que eran preferibles
las penurias del viaje, antes que
enfrentarse a Magallanes.
SE HUNDE LA "SANTIAGO"
Siguieron navegando hacia al Sur,
parando a reavituallarse en la costa
de tanto en tanto. En una misión exploratoria,
la carabela Santiago fue
golpeada por una tormenta terrible
que lanzó la nave contra la costa rocosa.
Afortunadamente la tripulación pudo de-sembarcar sobre las rocas y
ser rescatados. Vuelven los temores
sobre la dificultad de la expedición. |
DESERTA EL "SAN ANTONIO".
Magallanes estaba preparado para
encontrar un estrecho bien oculto. Así fue, realmente tortuoso, lleno de múltiples
y engañosos callejones sin salida.
Envió en cabeza el barco más
grande, el San Antonio, para que
aguantara las tempestades. Tras el
motín, su capitán era Álvaro de Mesquita,
portugués de la confianza de
Magallanes. El avezado piloto Esteban
Gómez, que odiaba a Magallanes
entre otras cosas por no nombrarle
capitán, lo depone y se hace con la
nave que pone rumbo a España, a
donde llegaría.
Tras no encontrar la nave tras una
intensa búsqueda, Magallanes se
imagina lo sucedido, y decide continuar.
Pasados treinta y ocho días
de navegación en medio de una naturaleza
fuertemente revuelta y
hostil, llegaron a un cabo donde el
mar se abría finalmente. Lo bautizaron
como el Cabo "Deseado". Se
había cruzado el paso (28-11-1520), más tarde bautizado como "Estrecho de Magallanes" para la
posteridad.
EL INTERMINABLE PACÍFICO
La flota de tres barcos navegó hacia
el Norte junto a la costa, hasta que encontró vientos favorables para cruzar
el océano. Pensaban que las Islas de
las Especias estarían muy cercanas.
Una vez más, el error sobre el tamaño
de la Tierra que se presumía mucho
menor les adentró en una interminable
travesía de tres meses y veinte
días.
Gracias a Dios, no registraron tormentas
ni oleajes, por lo que bautizaron
a este océano como "Pacífico",
y la destreza de Magallanes hizo que
utilizaran al máximo los vientos. A
pesar de ello, los días pasaban, la sed
y el hambre aparecieron, y también
una terrible enfermedad, entonces
desconocida: el escorbuto. Se hinchaban
las encías hasta el extremo
impidiendo comer.
Diecinueve hombres
y dos indios
americanos que llevaban
murieron. El
6-3-1521 llegaron
por fin a la isla de
Guam, donde se repusieron,
pero antes
fueron robados por
los nativos.
Las bautizaron
como "Las islas de
los ladrones".
UN COMBATE INNECESARIO
Magallanes tuvo un gran éxito en la isla de Cebú, pues sus habitantes dijeron
convertirse al cristianismo y en súbditos del Rey Carlos. Con ello consiguieron
el apoyo de Magallanes contra sus enemigos de la isla de Mactan.
Aunque sus lugartenientes le recordaron que no entraba en su misión, que
lo evitasen, Magallanes pensó en un paseo militar ante indios desnudos.
Estos estuvieron bien preparados, y en el fiero combate Magallanes pereció cubriendo la retirada de sus hombres.
Pigafetta le rindió homenaje en su diario: "…era más constante que cualquier
otro frente a la dura adversidad, …entendía mejor que cualquier otro
hombre del mundo las cartas marítimas y la navegación, ...ningún otro tuvo
su talento…"
Continuará
BIBLIOGRAFÍA:
Laurence Bergreen, Magallanes, Editorial Planeta. Barcelona, 2004.
Daniel J. Boorstin, Los Descubridores, Editorial Crítica, Barcelona. 1987. |