Hoy quiero hablaros de esas veces en la vida en las que parece que todo se tuerce.
Y no me refiero a temas de gravedad,
en los que es más normal que
tengamos esa sensación y que nos
resulte complicado cambiar la mirada
hacia escenarios más agradables.
Me refiero a pequeños y
medianos problemas; esos que, de
uno en uno, nos cuesta poco resolver,
pero que tienen la malsana costumbre
de intentar coincidir en el
tiempo para que tengas que dividir tu
energía a la hora de afrontarlos.
Alguna dolencia física o problema
de salud leve propio, a la vez que tu
hija se pone mala, se te estropea el
coche o algún electrodoméstico; en
el trabajo las cosas se tuercen también
con algún tema que te afecta y
no puedes dejarlo en la oficina, sino
que lo arrastras hasta casa. Le sumamos
alguna pequeña decepción o
frustración, a la que en otras circunstancias
no le prestarías demasiada
atención, pero con la carga que llevas
acumulada te acaba resultando
un mundo.
Bajo estas condiciones, cualquier
gota colma el vaso. Como digo, no
son problemas graves; pero sí intentan
ganarte el pulso por acumulación,
y a veces tienes la tentación de
dejarte ganar, de pensar que no puedes
con todo y de meterte en una dinámica
negativa en la que tu mente no consigue ver más allá y se encierra.
En esos momentos necesitas romper
ese muro que no te está dejando
ver, porque se ha hecho demasiado
alto y denso; mostrándote lo negativo,
todo lo positivo queda detrás.
Y no es fácil hacerlo
sólo.
Necesitamos de los
seres queridos. Tu
pareja, que es quien
mejor te conoce y de
hecho quien vive
estos problemas contigo
porque son comunes
en su mayoría, y
los que no son comunes
se toman como
tal por el simple
hecho de amar a esa
persona, todo lo que
le preocupe a ella te
ocupa a ti.
Es un papel fundamental, sostener
al otro cuando parece flaquear, y dejarse
sostener por el otro cuando
eres tú quien flaqueas.
Recorrer la vida juntos es reír, disfrutar
y pasarlo bien; pero también
es parte fundamental saber sufrir
juntos y aupar al otro para que consiga
asomar la cabeza
por encima de
ese muro y vuelva a
ver la luz, las cosas
bonitas que tiene en
la vida, que seguro
que ganan por mayoría.
Hacerle sentir
al otro que, juntos,
podéis con todo lo
que os echen.
También está la familia, aquellos miembros más cercanos que también se preocupan por ti, están pendientes y
tratan de aportar su
granito de arena
para que te sientas
acompañado, protegido
y un poco
menos aplastado. También te dan la
oportunidad de servirles a ellos de
sustento, porque en esto de la vida
todo es recíproco, y lo que necesitas
recibir hoy, otro lo va a necesitar de
tu parte mañana.
Y el círculo de amistades, las más
cercanas, aquellas con las que más
confianza tienes, de forma que les
dejas entrar en tu intimidad y conocer
esas piedras que te están lloviendo
y no sabes cómo esquivar.
Su visión periférica es fundamental
para guiarte y aconsejarte, siempre
tratando de aportar luz. Sin olvidar la
reciprocidad.
La suerte de los cristianos es que
nos sentimos siempre acompañados
por Alguien, a quien vemos actuar a
través de las personas nombradas
en los párrafos anteriores; Alguien
que ve en lo más profundo de nosotros
y siempre tiene una palabra
adecuada, un consejo fundamental o
simplemente una actitud de escucha
que nos ayuda a sacar lo negativo y
refundar la mirada.
Que nunca dejemos de ser conscientes
de que Él siempre está. |
Hablaba el otro día de forma
distendida con algunas de
mis alumnas de 12 años.
Todas muy buenas chicas.
Intentaba averiguar de
forma indirecta por qué me
habían llegado noticias de
que se estaban volviendo un
poco "brujas" con algunas de
sus amigas.
Fue una conversación graciosa
y entre risas, con muchas
bromas. Pero aquí os
dejo algunas de las espeluznantes "perlas" que escuché durante aquella charla:
"¡Cómo vas a ir con una persona
que solo tiene 25 seguidores! Eso
es que esa persona es lo peor."
"Tener más seguidores significa
que eres mejor y molas más."
"Esa chica (dirigiéndose a una
alumna de notas horribles, muy conflictiva e irrespetuosa, lo contrario
de lo que son ahora estas
alumnas) mola muchísimo,
porque tiene más de 1000
seguidores y la conocen en
todas partes."
Te invito a que las releas y
pienses unos segundos el
significado y las implicaciones
de esas afirmaciones.
Las decían absolutamente
convencidas, sin ninguna
conciencia de que lo que
contaban dibuja un mundo
atroz, extremadamente falso
y superficial.
Cuando vemos algo así corremos
el riesgo de pensar
que esto es todo nuevo, y
que no estamos preparados
para abordarlo. Pero no es
así, este es el mismo problema al
que se han enfrentado gran cantidad
de jóvenes (pero muy especialmente
las chicas) desde
siempre: la falta de autoestima y la
inseguridad. El no quererse ellos
mismos lo suficiente y necesitar
que ese cariño
venga
desde fuera.
El no sentirse
bien
hasta que
otros les
dicen que
merecen la
pena.
Nada de
eso ha cambiado,
solo la
forma en que
se expresa.
Antes podía
verse más en la necesidad de seguir
unas modas, pertenecer a un
grupo, o hacer ciertas cosas. Ahora
se expresa también en la necesidad
de "likes" y "followers". Por supuesto,
esto requiere algunos
conocimientos para poder controlar
los móviles que usan nuestros hijos
y lo que hacen en las redes sociales,
pero la principal forma de
evitar todo esto es la misma prevención
de siempre: construir
una sólida autoestima; trabajar
cada día para que los jóvenes cultiven
sus múltiples cualidades y se
reconozcan en ellas. Que sepan
que merecen la pena por lo que
son ellos mismos, y no por lo que
parecen que son. Que solo les importe
la opinión de aquellos que
más les quieren: aquellos que les
quieren sin condiciones, con todos
sus defectos.
Y algo fundamental para que
puedan construir esa autoestima
es no medirles por las
notas.
Lo hacemos muchísimo,
casi siempre sin darnos
cuenta, y a ellos les llega el
mensaje de que un niño que
merece la pena es aquel que
saca buenas notas. Cualquier
persona tiene muchísimas
cualidades por las que
sentirse orgulloso, pero solo
unos pocos pueden sacar
esas buenas notas que todos
deseamos. Así que, sin quererlo,
al medir su valía por las
notas estamos arrojando a la
mayoría a ese océano de superficialidad
que son las
redes sociales para mendigar
un poco de autoestima en
forma de "seguidores" y "me
gusta". |