Es indescriptible
la alegría
que transmiten
los peregrinos
que vienen a la
jornada, siempre
cantando,
orando, saltando
llenos de
energía. Definitivamente
fue una inyección
de aire fresco a este ambiente
citadino que suele
pecar de frío y poco familiar.
Ciertamente tenía una
percepción más pesimista
de la fe entre los jóvenes,
pero veo que en muchos
jóvenes alrededor del
mundo sigue viva esa necesidad
de Cristo.
Cada interacción que
tuve con los peregrinos en
mi parroquia y en los centros
de información de las
estaciones del metro fueron
verdaderas experiencias
de acercamiento a
Cristo.
Las palabras me quedan
cortas para describir todo
lo vivido durante esta jornada.
Carlos Mario Restrepo,
Biotecnólogo, 33 años.
Como en el servir, es necesario
llevarlo al plano espiritual
a la manera de
Jesús mismo para que ese
servir tenga un sentido y
no un simple trabajo o
tarea a realizar.
No fue fácil, supuso aproximadamente
un año y meses en toda esta preparación,
en la cual Dios puso a prueba mi carácter, paciencia,
humildad y caridad.
Al llegar el bus y bajar el primer peregrino, fue la
acción del Espíritu de Dios que me invadió; se reflejaba
la alegría, la emoción, y las ganas de hacerlos
sentir en su casa. Fue en ese momento cuando me
dije a mi mismo, "Esto es lo que es servir sin esperar
nada a cambio".
En todo Panamá se respiraba un aire de alegría, de
gozo, de hermandad; se sentía la presencia de Dios en
cada uno de esos peregrinos, se sentía gratificante ver
la sonrisa de un peregrino luego de darle algún apoyo,
sea en el idioma que sea, puesto que el idioma no era
un impedimento en lo absoluto.
El que no ha participado en una JMJ no tiene idea
de lo que se pierde: no
tiene idea de los beneficios
espirituales, de los
cuales ni yo tenía idea, formar
parte del voluntariado
fue lo que puso Dios en mi
corazón y Dios no se equivoca,
eso era lo que tenía
que hacer y para lo que
estaba llamado en esta
Jornada.
Dios quitó mis temores
y miedos,
Dios
logró que
pudiéramos
al final reclutar
72
voluntarios
en nuestra
parroquia,
algo que yo
veía imposible.
Dios
llenó mi corazón
esa
semana de tal manera que
esa huella dejada por El
no será borrada jamás.
Tanto así que se me salen las lágrimas al escribir esto, lágrimas de emoción al ver que tan bueno es el amor de Dios.
Uribe Abdiel Romero.
Desarrollo de Software, 36 Años |
La verdad es que este viaje inesperado ha sido una bendición
en toda regla.
La aventura empieza hace un año
cuando desde la organización de la
JMJ de Panamá cuentan con nosotros
para poder tocar allí en los actos
centrales; a partir de ahí, se decide
comprar los billetes y confiar en la
providencia para poder buscar alojamiento
y que cada uno de los siete integrantes
del grupo pudiéramos ir.
Buscar el alojamiento fue muy sencillo;
José Luis nos proporcionó un
contacto y al hablar con ellos, Carlos
y Mafer, estuvieron más que dispuestos
a acogernos y cuidarnos en toda
la JMJ.
A partir de aquí empieza el camino
y, con alguna piedra que lo hace más
interesante y más de Dios. Tuve algún
problema para poder tener libre los
días, ya que la JMJ esta vez se celebraba
en el mes de Enero; pero al
final se arregló todo. El grupo viajó el
viernes y yo hasta el martes no pude
hacerlo.
Había costado tanto que la ida se me hacía un poco difícil,
parecía que no estaba disfrutando interiormente de lo
que luego el Señor iba a hacer en mí a través del pueblo
panameño.
Llegué a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe,
justo para comer y hacer la prueba de sonido. Ver a
todos los jóvenes cantando y alabando a Dios, sin
saber muchas de nuestras canciones, fue un momento
en el que el Señor me permitió descansar en Él
y ver la alegría de los jóvenes unidos en Cristo.
Esa misma noche ya no podía con mi alma y es donde
conocí a Mafer y Melisa.
Y llegó el día en que el Papa llegaba a Panamá. Nos fuimos por la mañana a la "Feria Vocacional" en el parque
Omar Torrijos. Desde que llegamos allí fue ver un sin fin de
gente, de stands, de jóvenes en búsqueda, informándose,
rezando, charlando,
una feria en la que
la "llamada de Dios" se podía palpar.
De allí, a Nuestra
Señora de Guadalupe
para celebrar la
Eucaristía y, acto
seguido, ¡YA LLEGA
EL PAPA!, y a correr
de nuevo para poder
verlo en el Papamóvil.
Esa misma noche
cantábamos en Cinta
Costera, en la tarima
central Santa
María La Antigua en
el "Festival Vocacional".
Allí pudimos
conocer a varios
grupos que se dedican
a la evangelización a través de la música, entre esos
grupos estaba Siervas.
Era increíble poder ver cómo se esmeraban y entregaban
todo lo que tenían en cada detalle, cómo nos preguntaban
a cada momento si estábamos bien, si necesitábamos
algo... Sólo puedo dar gracias por todo lo vivido,
por formar parte de su Iglesia.
El viernes tuvimos una mañana en la que rezamos el Rosario,
hicimos las últimas compras, y de ahí nos fuimos a
la embajada de España en Panamá donde el embajador
nos recibió y charló un ratito con nosotros.
Después, nos dirigimos a la tarima San Juan Bosco, en
el Parque Francisco Arias Paredes , para cantar justo
antes del Vía Crucis del Papa. Allí había una carpa donde
estaba expuesto el Señor 24 horas. Fue una gozada poder
ver a todos los jóvenes rezando y hablando con el Señor
allí, en la calle, a pie del cañón.
Y es que, en el fondo, la JMJ es un encuentro con Cristo
y allí realmente nos encontramos con Él a través de toda
la Iglesia.
Por todos estos días, GRACIAS SEÑOR..., por todo lo
vivido. Camino al cielo, NOS VEMOS ALLÍ PARA SEGUIR
CANTANDO LAS MARAVILLAS DE DIOS. |